El arquitecto de la pasta

 

El arquitecto de la pasta

Por BARRY NEWMAN

[PASTA]Barry Newman/The Wall Street Journal
GLENVIEW, Illinois—En arquitectura, la forma sigue a la función. En la pasta, la forma sigue a la salsa. En Estados Unidos, la forma de la pasta sigue al producto que se quiera promocionar. Esa es la razón por la cual los macarrones de Kraft Foods se ven como Super Mario o el Hombre Araña, y la razón por la que Guillermo Haro es el arquitecto de la pasta que más se vende en ese país.
Hace poco, Haro, oriundo de México, estaba en el centro de investigación y desarrollo de Kraft, agachado entre mangueras y calibradores de una ruidosa planta piloto. En un balde caían pedazos de pasta de una máquina con la forma de los personajes de Disney Phineas y Ferb.
En los 22 años que ha trabajado en Kraft, Haro, que es reservado acerca de su edad, ha creado más de 2.000 formas en pasta, de las cuales 280 han salido a la venta en cajas azules de macarrones con queso, un producto muy tradicional entre los estadounidenses.
Aparte de los homenajes a personajes licenciados como Bugs Bunny, Scooby-Doo y otros, sus obras originales han ganado 29 patentes, entre las cuales pueden mencionarse la pasta con forma de rascacielos, de locomotoras, de dinosaurios, de arañas y del mapa de EE.UU.
Kraft entró en el negocio de los macarrones con queso en 1937 y vende un millón de cajas de mac-and-cheese al día. Pero para mantener la delantera, debe atraer a los consumidores jóvenes, y eso significa renovar continuamente la producción de sus pastas con formas de personajes animados.
Es por eso que el papel de Haro “es fundamental”, dice Noelle O’Mara, gerente de marca de Kraft, quien añade: “Es muy difícil conseguir que Bob Esponja se vea bien cuando está hecho de fideo”.
Kraft descubrió que podía apelar a un segmento específico de la población en 1989, cuando lanzó los macarrones con forma de saxofón. CPC, un competidor que años después fue absorbido por otros rivales, rápidamente presentó solicitudes de patentes para pastas en forma de astronautas, vampiros, tambores y grabadoras. Desde entonces, la guerra de los macarrones no ha cesado.
“A Kraft le preocupa la estética”, dice Ian Golder, un editor de videojuegos y quien es coleccionista de cajas de mac-and-cheese. Durante una visita al Museo de la Pasta en Roma, Golder se sorprendió con la variedad, pero cree que la diversidad de formas de Kraft es igual de asombrosa. “Están por encima del resto en cuanto a pasta que se ve como personajes animados”, señala.
En la planta piloto de Kraft, Haro estaba preparado para hablar de su técnica, mientras su jefe, Ricardo Villota, supervisaba la conversación para evitar que filtrara secretos comerciales.
“Si lo puedo dibujar en un papel, puedo imaginar cómo se verá en una caja”, apuntó Haro, mientras abría una guía con poses de El Hombre Araña: agachado, saltando, colgando. “Trato de escoger los que son fáciles de trasladar a la pasta”.
El mexicano dibuja bosquejos en lápiz, sabiendo que todas las líneas deben conectarse y que no pueden ser ni muy gruesas ni muy delgadas. “A veces me dejo llevar por los detalles”, reconoce. Haro estaba a punto de explicar cómo usa líneas pequeñas y gruesas para sugerir la presencia de ojos, cuando Villora lo paró en seco.
Más que cualquier otra cosa, lo que separa el diseño de pasta de la arquitectura tradicional es que el tamaño de la estructura aumenta hasta tres veces cuando se pone en agua caliente. El crecimiento debe ser perfectamente uniforme para preservar su identidad original cuando se sirve en el plato. Además, está el asunto del queso.
Un cocinero de Kraft tenía una olla en ebullición con los macarrones en forma de Phineas y Ferb, cuando Haro entró a la cocina. (Como toda la pasta gruesa, necesita más tiempo de cocción). Mientras sus obras de arte burbujeaban, Haro compartió que en el laboratorio comen macarrones con queso 20 veces a la semana. “Al principio era emocionante. Una vez, un niño me pidió que autografiara una caja”.
Luego de escurrir la pasta, el chef le puso el queso en polvo encima y luego Haro la revolvió. Para un ojo inexperto, el contenido de la olla se volvió una masa espesa anaranjada. Haro, al igual que muchos niños, veía algo diferente.
El ‘arquitecto’ levantó un poco de pasta con queso con un tenedor y dijo: “Este es Phineas”, y se lo comió. “Y aquí está Ferb”, dijo luego, llevándose una pieza más a la boca.
http://online.wsj.com/article/SB10001424052702303916904577374024248388842.html

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