Hoy se celebran 881 años que Ramiro II entregó el Reino de Aragón (y su hija) a los condados catalanes confirmando su sumisión a Ramón Berenguer
Hoy se celebran 881 años que Ramiro II entregó el Reino de Aragón (y su hija) a los condados catalanes confirmando su sumisión a Ramón Berenguer
Hoy 27 de agosto se cumplen 881 años de la sumisión del Reino de Aragón bajo los Condados Catalanes. Ante la posibilidad de que el Reino de Castilla se hiciera con el de Aragón, el Rey Ramiro II decidió entregar su reino y su hija a Ramón Berenguer, Conde de Barcelona, con la condición de que mantuviera los fueros aragoneses y la indivisibilidad del territorio. En la famosa Confirmación de Ayerbe (1137) el Rey aragonés se comprometía a nunca más hacer ninguna donación sin la aprobación del Conde catalán, haciendo efectiva su total sumisión a este.
Como consecuencia de este tratado la hija de Ramiro II, Petronila, de menos de dos años, era también entregada a Ramón Berenguer con el que se casaría al tener la edad apropiada. En definitiva Ramiro II cedió su reino incluso antes de que se materializara el enlace entre su hija y el Conde de Barcelona. Petronila fue enviada a Barcelona donde fue educada siguiendo las normas y tradiciones de la Casa de Barcelona, incluso hablando en catalán como lengua principal.
El contrato matromonial firmado por Ramiro II de Aragón reza así: “Yo, Ramiro, por la gracia de Dios rey de Aragón, te doy a tí, Ramón, conde y marqués de Barcelona, mi hija por mujer, con todo el reino de Aragón integramente, tal como mi padre Sancho, y mis hermanos Pedro y Alfonso no lo tuvieron ni poseyeron nunca mejor, ellos ni nadie a través de ellos, salvados los usos y costumbres que mi padre Sancho y mis hermanos Pedro y Alfonso, tuvieron en su reino.”
El Rey aragonés entrega sus reino como él mismo indica a cambio de que se respeten sus usos y costumbres así como su límite territorial.
También en este acuerdo Aragón adoptó la bandera catalana que representaba a la unidad resultante de los condados catalanes con el Reino de Aragón. Por mucho que algunos historiadores financiados por el Gobierno de Aragón hubieran querido vivir bajo Castilla en vez de bajo Catalunya, la historia no se puede cambiar. No discutan la realidad y si se quieren enfadar hablen con Ramiro II.
COMENTARIOS
Los reyes de Aragón y condes de Barcelona hablaban aragonés o catalán según dónde residiesen en cada momento o con quién tratasen, incluso dentro de su ambiente familiar íntimo, pero su lengua no definía si eran más catalanes que aragoneses o al revés: simplemente -y menos en la Edad Media- no era un hecho políticamente relevante ya que en esa época la lengua no se asociaba de forma automática con la identidad (en el caso de Aragón ni siquiera en la actualidad) como empezó a estilarse a partir del siglo XIX.
Por último, la única evidencia de comienzo del uso del emblema de las cuatro barras rojas sobre fondo amarillo como “señal” identificativo de esta familia de los Aragón (siguieron llamándose así después de 1137 y no se habla en la documentación de la época de Alfonso o Jaime o Pedro de Barcelona sino de Alfonso, Jaime o Pedro de Aragón) es de cuando Ramón Berenguer ya llevaba 20 años siendo príncipe de Aragón, aunque su uso oficial se documenta en el año 1177 cuando su hijo Alfonso éste las adopta como señal identificativa en la campaña militar para la toma de Cuenca. Lo demás, nos guste o no, son especulaciones que en buena praxis histórica no pueden prevalecer sobre los hechos documentados. Por lo tanto, salvo que se demuestre lo contrario, su origen y adopción se produce ya en el seno de la nueva era, de la Corona de Aragón, y por ello no es un emblema catalán ni aragonés, sino de ambos y de los demás territorios que posteriormente tuvieron como soberanos a los miembros de esta familia.
Por lo demás, gracias a este enlace y unión de Aragón y Barcelona, Ramiro II buscó y consiguió precisamente evitar la anexión de su reino a manos de Castilla. Ello preservó la independencia aragonesa superando los momentos difíciles tras la muerte de Alfonso I y permitió a los barceloneses, que llevaban tres siglos sin hacer prácticamente ningún progreso en su propia empresa de reconquista, contar con las capacidades y energías que les permitieron dar el salto hacia adelante que permitió a la unificación política de Cataluña y su expansión territorial (hacia el sur, no hacia el oeste), marítima, comercial y política. Fue la Corona de Aragón, producto de ese pacto, la nueva entidad política que posibilitó las glorias de nuestra historia común -aragonesas y catalanas- y todos en Aragón estamos orgullosos de ello. Pero se trata de un patrimonio común: no se puede manipular el relato de nuestra historia compartida para acomodarla a las necesidades de los debates políticos actuales que afectan a uno u otro y, menos todavía, para usarla de arma arrojadiza. De ahí la particular importancia del rigor metodológico en la formulación del relato histórico común.
Un saludo
“Y yo predicho Ramiro sea rey, señor y padre en el citado reino y en todos tus condados, mientras me plazca.”
“Lo que es hecho el día 11 de agosto del año de la encarnación del Señor de 1137, reinando el citado rey Ramiro”. (…)
No dramaticemos con lo de los dos años de edad de Petronila: en la Edad Media entre los poderosos (estuvieran en apuros o no, simplemente por mero interés) no era nada raro firmar compromisos matrimoniales de este tipo con niños de corta edad. No obstante, se esperó a que Petronila alcanzase la edad de 14 años (la edad legal a partir de la cual -al menos en Aragón- un menor podía casarse) para celebrar el matrimonio.
Ramiro se retiró de la vida pública una vez que dejó en manos de Ramón Berenguer la gestión del gobierno y no ejerció (al menos que yo sepa) su reserva de autoridad sobre el reino y condados. Podía haberlo hecho si Ramón Berenguer no se hubiese comportado como un leal príncipe de Aragón y un eficaz gobernante. Acertó en la elección de su aliado y yerno y conocía bien la exitosa trayectoria de su familia al frente de los condados. ¡Un brindis por el conde que se convirtió en príncipe y que fue padre de reyes! Eso sí: siendo incuestionable que el hombre era más preponderante que la mujer en la Edad Media, en Aragón, a diferencia de lo que sucedía en los Estados de derecho de base romana, las mujeres aragonesas, que no podían ejercer por sí mismas la legítima jurisdicción, sí que eran sin embargo depositarias y transmisoras de ésta a sus descendientes a falta de un varón en la línea sucesoria. Por eso a Ramiro, que había sido monje y seguía teniendo íntima vocación de tal, le bastaba con tener una hija para permitirse repudiar a su mujer nada más dar a luz: no le hacía falta un varón para posibilitar la sucesión de su casa y su reino.
Lo del señal, tema meramente accesorio al principal que hemos tratado, es harina de otro costal. Las especulaciones sobre los colores pintados en las tumbas de algunos condes son solo eso: especulaciones. Algunos ejemplos dados se ha demostrado que correspondían a repintados de época posterior. La antigüedad de algunos precedentes que se esgrimen a veces se anticipa en muchos años al nacimiento mismo de los usos heráldicos, correspondiendo a motivos que no eran sino decorativos y que se han encontrado en tumbas y estancias por toda Europa. Tan especulativos como los cordones de lemnisco de las bulas papales que esgrimen Fatás o Montaner para reclamar el posible origen aragonés. Hay cosas que pueden tener sentido y, sin embargo, no verificarse en la realidad. En esa figuración razonable se basan las especulaciones, que son útiles como recursos analíticos; pero no se debe dar el salto de hipótesis a tesis sin obtener pruebas o, como mínimo, una amplia colección de evidencias inequívocas. Así pues, no se puede decir sobre este emblema ninguna cosa “con mucha seguridad” antes de 1150. Hoy por hoy la “mucha seguridad” en lo que a este asunto se refiere solo podemos datarla mucho después, con evidencias materiales plasmadas en los sellos de Ramón Berenguer, príncipe de Aragón, en la década de 1150 y la información concreta (año 1177) que aporta la Crónica de San Juan de la Peña.
Una aclaración: la infeudación de Aragón a la Santa Sede se inició con Sancho Ramírez, hijo de Ramiro I y padre de Ramiro II, quienes pagaron anualmente 300 mancusos de oro al Papa. Esta relación de infeudación y pago del reino aragonés se mantuvo y se renovó con motivo de la coronación en Roma de Pedro II en 1204.
…pero tampoco menos.