Científicos de la Universidad de Ucla confirman la estrecha relación entre la microbiota (bacterias intestinales) y la estructura cerebral.
Científicos de la Universidad de Ucla confirman la estrecha relación entre la microbiota (bacterias intestinales) y la estructura cerebral.
Ignasi Coromina Roca
Hay una vinculación clara entre las bacterias predominantes en el intestino de una persona, la estructura de su cerebro y sus reacciones emocionales. Queda pendiente descifrar o determinar si es la microbiota la que condiciona que las personas tengan un cerebro determinado o si es una determinada neurobiología que modifica el tipo de bacterias que residen en nuestro intestino.
La Universidad de California, Los Angeles (UCLA), publicaron un estudio a finales de junio en Psychosomatic Medicine: Journal of Behavioral Medicine donde se vuelve a constatar la interacción entre la microbiota intestinal y las diferencias de comportamiento, como por ejemplo, la respuesta al estrés y la gestión de riesgos.
Francisco Guarner, Director del Área de Digestivo del Hospital de la Vall de Hebron, investigador y especialista en microbiota, resalta el gran interés que hay por determinar si modificando la microbiota se puede modificar la conducta, hecho ya probado en ensayos clínicos con ratones.
De momento, el grupo de investigadores de Ucla, ha conseguido, mediante resonancias magnéticas del cerebro de personas de diferentes estereotipos, corroborar que cada uno de ellos va asociado a estructuras diferentes de las materias gris y blanca del cerebro.
Una larga lista de relaciones con la salud
Desde que en el 2011 identificaron que, igual que hay grupos sanguíneos, también hay tres grupos de microbiota: enterotipo A, dominado por bacterias de tipo Bacteroide; B con predominio de Prevotella, i C, con dominio de Ruminococcus.
“Se le considera un órgano más del cuerpo que produce sustancias que tienen un impacto en el organismo, generalmente beneficioso para la salud, pero a veces no, por ello hay que cuidarla.
La microbiota se relaciona con una mayor o menor eficacia de medicamentos, con la obesidad, alergias, con la mortalidad por infarto e ictus, así como otras enfermedades cardiovasculares.
Costó mucho convencer a las agencias de investigación de los EUA y la UE para que invirtiesen estudios sobre la microbiota, pero al ir consiguiendo resultados, poco a poco todos los médicos van asumiendo que las bacterias intestinales se han de vigilar y cuidar.
La Vanguardia,15 de julio 2017
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