La Rosario el museo de Astorga,harinas, chocolate y pasta,

La fábrica atrapada en el ayer

Una harinera de más de cien años se convertirá en museo Pasear entre las máquinas de la antigua harinera La Rosario es como retroceder al boyante pasado industrial de la Astorga de principios del siglo XX. El edificio, ahora municipal, será en


Envoltorios de chocolate con la marca La Rosario y, al fondo, una balanza. - jesús f. salvadores
Envoltorios de chocolate con la marca La Rosario y, al fondo, una balanza. - jesús f. salvadores
MAITE ALMANZAMAITE ALMANZA 28/11/2010
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Vista de las instalaciones desde el exterior | Jesús F. Salvadores
La antigua fábrica de 'La Rosario'.
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La Santa Teresa surgió por iniciativa del empresario José Gómez Murias, natural de Mazaira (Lugo). El industrial estaba asociado en Astorga con su cuñado José Lombán para la fabricación y venta de diversos productos, tal y como explica Javier Revilla en su artículo La industria harinera de Astorga , publicado en el número 29 de la revista Astorica del Centro de Estudios Astorganos Marcelo Macías. Esta sociedad se disolvió el 7 de marzo de 1887 y en ese mismo año nació La Santa Teresa, una fábrica de harinas, chocolates, pastas italianas para sopas, cafés tostados, ceras en rama, bujías esteáricas y velas, además de almacén de coloniales. El complejo fabril se estableció en la carretera de San Román de la Vega, cerca de la estación del ferrocarril.
Revilla destaca que los herederos del fundador, que falleció en 1919, crearon Industrias Gómez Murias S.A., con domicilio social en Madrid y un capital inicial de 1.000.500 pesetas. Las fábricas se mantuvieron en Astorga. La familia realizó una amplia labor publicitaria de la marca Santa Teresa, en publicaciones periódicas, folletos, postales, estampas o cromos. Indica Revilla que en sus anuncios y facturas la empresa divulgaba los numerosos sellos de calidad y premios obtenidos en exposiciones internacionales como las de Londres, Chicago o Bruselas, así como la pertenencia de José Gómez a la Sociedad Científica Europea o a la Academia Universal de Ciencias y Artes Industriales, su distinción con la Encomienda de la Real Orden de Isabel la Católica, así como el hecho de que la empresa era proveedora de la Casa Real.
En 1931, debido a una deuda que mantenía la familia, fueron subastados sus bienes, incluida la fábrica de harinas, cuya maquinaria fue tasada en 399.000 pesetas. La propiedad fue adquirida por unos particulares que, sin embargo, nunca retomaron la actividad fabril, hasta que en 1938 la adquirió Benito Herrero Ríos, abuelo del último propietario, Luis Benito Herrero, según confirmó éste. En aquel momento la empresa producía harinas, chocolates y fideos. Después la firma pasó a manos de los herederos de Benito Herrero Ríos, y empezó a ser denominada La Rosario.
Hijos de Benito Herrero S.L. se constituyó el 10 de diciembre de 1948, y sus socios eran Pablo, Agustín y Benito Herrero Alonso, el padre y dos tíos carnales, respectivamente, de su último propietario. Los tres hermanos mantuvieron la línea de producción de su padre pero diversificaron la actividad de la firma que funcionó también como almacén de cereales, abonos, alubias y patatas. Es en este momento cuando la empresa llegó a tener una plantilla más amplia, formada por 35 empleados, indicó Luis Benito Herrero. Éste se hizo cargo en los años ochenta del siglo pasado de la firma, en la que trabajaban ocho personas, entre ellas él mismo y uno de sus hijos. La sección de la fábrica dedicada a la pasta fue la primera que cerró, seguida de la de chocolate y finalmente, la de harinas. El 24 de agosto del 2001 cesó la actividad de la empresa, circunstancia de la que dejó constancia escrita el último turno de trabajadores que prestaron servicio en ella. Las instalaciones cerraron sus puertas el 31 de agosto de ese mismo año.
El Ayuntamiento de Astorga adquirió esta semana la fábrica y la finca, de 5.497 metros cuadrados, por un precio de tasación oficial de 724.260 euros que no incluía la maquinaria, donada por la propiedad. El objetivo de la operación era salvaguardar un ejemplo del patrimonio industrial local de finales del siglo XIX y principios del XX y crear en las instalaciones un museo ligado a la actividad industrial de Astorga de dicha época, bien representado en una fábrica dedicada a la elaboración de productos muy diversos. A juicio de Javier Revilla en el artículo antes citado, estas instalaciones representan a la perfección la consolidación de Astorga como el centro productor de harinas más importante del noroeste peninsular -"circunstancia que derivó en el nacimiento de una pequeña burguesía local dedicada a esta actividad industrial-" desde las dos últimas décadas del siglo XIX hasta la definitiva crisis del sector, en los años sesenta y setenta del siglo XX.
El Ayuntamiento pretende, según indicó el alcalde, Juan José Alonso Perandones, vincular este futuro museo con el del Chocolate para el cual está en remodelación la que será su sede, el palacete modernista de Magín Rubio, vivienda de un chocolatero ubicada también en el barrio de la estación de ferrocarril al que el consistorio busca darle vida con ambas iniciativas, mediante su enlace con el eje monumental, planificado también con actuaciones urbanísticas. No obstante, la conversión de La Rosario en museo precisará de subvenciones en una actuación que habrán de abordar las corporaciones venideras.
Las instalaciones conservan la maquinaria utilizada en la fabricación de las tres líneas de productos citadas: harinas, chocolate y pasta. Los útiles más antiguos son sin duda los molinos de finales del siglo XIX, de la época de Gómez Murias, que se encuentran en la planta inferior y, como el resto de máquinas, en su mayoría del primer tercio del siglo XX, están en perfecto estado, apuntó Luis Benito Herrero. Hay un tostador de cacao de curioso diseño, descascarilladoras, refinadoras y galés empleados en la fabricación del chocolate, o cribas, triarbejones, cernedores, transportadores y silos utilizados en la elaboración de harinas. Las instalaciones conservan también el laboratorio en el que los empleados analizaban el gluten del trigo o la humedad de la harina, dotado con diversos aparatos de medición, así como una oficina de época.
La firma, en tiempos de su último propietario, elaboraba de modo prácticamente artesanal 5.000 kilos de harina cada ocho horas, y 1.500 kilos de pasta y 70 tabletas de chocolate al día. Las harinas, comercializadas con la marca de La Rosario, al igual que la pasta, eran de centeno y de trigo. La fábrica producía fideo, sopa de lluvia o de estrellas, macarrón largo y corto y caracolillos, entre otras variedades de pasta, además de chocolate a la taza, con avellana y con almendra, éstos últimos comercializados con las marcas La Rosario, Herrero e Hibero.

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