Industrias MASAGAR S. A.-Fábrica de Fideos y Pastas para sopa

Industrias MASAGAR S. A.-Fábrica de Fideos y Pastas para sopa


INDUSTRIAS MASAGAR S. A. Fábrica de Fideos y Pastas para sopa
C/. Talavera s/n
ANTEQUERA (MALAGA)
Teléfono 495

Se llamaba así porque tenía dos socios al 50 %, D. Francisco Matas Ruiz, y mi padre D. Antonio Sánchez-Garrido Sánchez.

Los fideos estaban clasificados en los siguientes tipos: 00, 0, 1, 2, 3 y 4 (eventualmente).

Esta clasificación se basaba en el diámetro de los mismos, los del doble cero, se hicieron poco, creo recordar, eran demasiado finos, la “0”, se le llamaba cabello de angel, al “1” finos, al “2” medianos y al “3” gordos.

Los de cabello de ángel en la sopa ni se notaban, sinceramente a mi me gustaban los gordos los del “3”.

Los fideos se cortaban con una longitud de 40 cm., al salir de la maquina, como una lluvia ‘fideera’, y se ponían en bandejas que tendrían un capacidad de unos 20 kilos probablemente, eran las mismas de madera, de 1,20 m. de largo, 0,40 m. de ancho, y de altura no más de 10 cm.

Como he dicho, al salir de la máquina se cortaban y se tendían los fideos en estas bandejas de madera. Después se situaban en un montacargas, dicho montacargas era como una estantería con paneles cada 50 cm. En cada panel se ponía una bandeja con los fideos acostados.

Se elevaba el montacargas, generalmente a la planta cuarta, que teniendo en cuanta la planta baja, pues realmente era la quinta planta.

Allí había un ejército de mujeres, no sé quizá 20-25 mujeres, bajo la mirada supervisora de mi tía Teresa Sánchez-Garrido Sánchez.

Las bandejas del montacargas se retiraban del mismo y se ponían sobre un largo mostrador. De allí pues se iban retirando los que caben en una mano y se “tendían”, sobre una barra de madera de 4 cm de diámetro, digo se “tendían”, pues era similar a un tendedero de ropa, en este caso no de alambre sino de madera, y los fideos quedaban sobre dicha madera mitad a un lado mitad a otro, para que se fuesen “secando” y se perdiese la humedad.

El ejercito de mujeres tomaba los fideos del tendedero de madera y los ponían sobre su antebrazo, igualmente a guisa de tendedero, y así con el antebrazo, paralelo al suelo, caminaban hacia los “zarzos”.

Los “zarzos”, eran plataformas de un doble marco de madera, entre ambos marcos, pues un cañizo, y estos marcos de madera, con medidas que estimo eran de 1,20 m. por 0,90 m., se apoyaban en cuatro patas una en cada esquina de madera, de 5-6 cm. Así que los zarzos se ponían unos sobre otros y se llegaba del suelo al techo. Había muchísimos zarzos en la fábrica, no lo sé pero a lo mejor 4.000-5.000.

Las mujeres sobre el zarzo ponían papel de estraza, para lo cual había tremendos royos de papel de 1,20 m. de alto, y sobre este papel, con los fideos en el antebrazo, lo agarraban pues en grupos de 10-15 fideos y con un un hábil movimiento hacían muñequillas, o madejas, que tenían forma como el signo del dólar, mas o menos es decir casi como un ocho.

Si había restos de fideos que se habían caído del tendedero (situado sobre cajas especiales de madera, esto ya no se hacia muñequillas sino que en cada zarzo, se dejaba un espacio, quizá del 10 % del total, para todos los flecos de fideos que sobraban de hacer las madejas.

Para mi era sugestivo subir a la planta “de las mujeres”, yo tendría pocos años 10-12, allí había risas y carcajadas, miradas, no era ciertamente aburrido, pero no se me permitía estar mucho tiempo, no era sitio para niños. A mi me decían que era guapísimo. Yo no sé, pero allí había algunas que cortaban la respiración. Era el puesto de mi tía Teresa, un puesto que envidiaba. Ahora que estoy en mi tercera juventud, está bien de no callarse, para no morirse uno sin hablar.

Así pues “se llamaba al montacargas”, tirando de una cuerda que hacia sonar una campana, y los zarzos llenos de fideos, se llevaban a una de las plantas, las cuales estaban llenos de secaderos.

Los secaderos eran habitaciones amplias, quizá de 50 metros cuadrados, donde unos tubos perimetrales de hormigón de al menos 50 cm. de diámetro, daban la vuelta al secadero pegados al suelo y a la pared, y en estos tubos de vez en cuando un agujero redondo de unos 5-6 cm. por donde salía aire caliente.

La puerta se cerraba herméticamente, y se pegaba papel, sobre el marco y puerta, pegado con “gachas”, que era simplemente agua y harina, para que no se saliese el aire caliente. Y allí dentro quedaba todo macizado de “zarzos” llenos de madejas de fideos, secándose lentamente.

En la planta baja, desde la entrada, en frente de la misma arrancaban las escaleras, y no faltaba la imagen de la Virgen de las Angustias, que donde tuviese mi padre algo, era lo primero que hacía colgar una imagen de la Virgen, (muy mal lo tuvo que pasar mi padre, en la mili en la guerra en Granada, muchas veces se encomendaría a ella, pues siempre hasta su final fue un ferviente devoto).

Mi tío Francisco Reyes Ortega, era el Director de la Fábrica, realmente era muy cuidado, muchos carteles pintados, y todo bastante limpio, y diremos con detalles.

No sé cuantos metros cuadrados podría tener cada planta, supongo que unos 400 metros, el sitio era alquilado a la familia Bouderé.

En planta baja, pues estaba el Almacén de harina, que se manejaba en “sacas blancas de lona”, que se ataban por la boca, y que servían una y otra vez.

Cada planta tenía forma de “l”, en la planta baja estaba la Gran Caldera, que se alimentaba con leña y que producía el aire caliente, para lo cual había un Almacén grande de leña, donde se llevaba a mano y allí se almacenaba bastante leña, cabria fácilmente entiendo que 500 -600 tdas. de leña.

Después dos amasadoras, para hacer la masa de los fideos y una dos maquinas, una de ellas “la loca”, se arrancaba poco, porque daba demasiada cantidad, y no había estructura para asumir su producción.

Las amasadoras era un sitio peligroso, pues allí una mano inoportuna, podría dar lugar a un accidente descomunal, pero había mucho cuidado en ello. Y si había que introducir algo no era la mano, sino una barrita de madera, que en todo caso podría partirse y para la amasadora.

Así que la producción de fideos, no era un tema tan fácil y requería bastante personal, en aquellos tiempos tan poco mecanizados.

Personal para descarga de leña, descarga de papel, descarga de sacas de harina. Manejo de sacas de harina para poner la misma en la amasadora, la cual se volcaba luego sobre un cajón, que se subía a pulso al lado del punto de abastecimiento de la maquina de fideos y allí con un “vertedor” y empujando con un artilugio de madera, entraba, la masa en el bisinfín que girando apretaba la misma, sobre la chapa taladrada, de donde salían en vertical los fideos.

El socio de mi padre, era una persona muy educada. Siempre muy elegante vestido, tenía fincas de olivos en Casariche y creo que también una Fabrica de aceite. El trato entre los dos socios era absolutamente correcto diría que ejemplar.

La fabrica trabajaba las 24 horas, tenía que ser así, pues el tema de limpieza de amasadora, era diremos complicado y había que hacerlo al parar la maquina, y el secadero funcionando, en fin se trabaja a turno.

Mi padre iba todas las mañanas que yo recuerde y estaba allí tres horas o algo así. El responsable de la maquinaria era “Carregalo”, hoy vive junto a Calle Merecillas, sigue como siempre, es increíble, estuvo muchos años en la Fabrica de fideos.

Así pues, había buen ambiente de trabajo, trabajo intenso y continuo. Se envasaban los fideos en “banastas” o “canastas” de 10-12 kilos de capacidad, que se forraban interiormente de papel de estraza, y sobre ella se echaban los fideos y se apretaban un poco, para que llevasen su peso de 10-12 kilos, después se le ponía una tapadera de caña, a la canasta de caña, y se cosía con una cuerda que se insertaba en una larga aguja, con el extremo curvado.

Antes de poner la tapadera, después de pesar, se ponía el peso con una escobilla, y pintura el peso y el numero de clase del fideo. Como la tapadera era poco tupida se ve desde fuera el peso de la canasta.

Así que al cargar un camión, había que ir tomando nota del peso de cada canasta, y del número de tipo, en un camión generalmente iba un surtido.

Yo mas de una vez, fui a Sevilla, con el camión de los fideos, camión que no era propio pero trabajaba mucho para la casa. Era absolutamente ilusionante ello, había que levantarse a las 4-5 de la mañana, y para Sevilla, con Pedro y su ayudante (Pedro me dicen que vive solo en Calle Porterías tengo que ir a verlo, debe tener un montonazo de años), en Sevilla como Agente Comercial, estaba Don Hilario Carrasco Álvarez, que era un gran amigo de mi padre, eran ambos entrañables amigos.

Sr. Hilario Carrasco Álvarez, estaba casado con una hija del cantaor “Pepe El Pinto”, el cual estaba casado con Pastora Pavón “La niña de los Peines”.

Pepe Pinto, tenía después de retirarse un bar en la Plaza de la Campana en Sevilla, donde termina la Calle la Sierpes, y detrás de la plaza, en Calle Javier Lasso de la Vega, tenia Hilario sus Oficinas.

Hilario era una persona muy elegante y esplendida y un gran vendedor, vendía el que ahora llaman Cava Freixenet, y en aquellos tiempos “champan”; y también una muy reconocida y poderosa casa de vinos de Jerez.

Mas de una vez, cuando estudiaba en Sevilla yo, iba mi padre a verme, y nos íbamos a comer a la Venta Ruiz, Hilario, mi padre y yo, y mas de una vez comía con nosotros Sr. Curro Ruiz, que junto al Sr. Suances, habían iniciado un negocio que era Productos Químicos Sevillanos S. L. allí en la venta conocí a Juan Illanes, después Gerente de PQS, cuando ambos dos llevábamos casi pantalón corto.

Hilario, con el tiempo, con los muchos años puso una tienda de Suvenir en la Campana, después una Expendeduría de Lotería, en un sitio de imposible mejorar, siempre llena.

Ya en Sevilla, y trabajando yo, alguna que otra vez fui a ver al amigo Hilario, pues mas servicial y mejor persona, no podía ser. Un día fui y no estaba pregunté por él, había fallecido. El que me atendía yo no lo conocía le dije quien era, se levantó salió de atrás del mostrador, me dijo que era uno de sus hijos y nos dimos un fuerte y largo abrazo. Después no he vuelto.

Cuando íbamos a Sevilla, descargamos los camiones en la Plaza de Toros de la Caleta en Camas, allí había una parte alquilada, y de allí Sr. Hilario organizaba el reparto. Uno de los grandes almacenistas de Sevilla, creo recordar era MOISES ABASCAL

El trayecto en camión de Antequera a Sevilla podría tardar, pues no sé, ocho horas; se paraba en Osuna, en Gasolinera las Vegas, Estepa en “El Brillante”, y después en El Arahal en los “Tres gatos”, el camión no podía adelantar prácticamente pues la carretera era estrecha, Y se formaban largas colas de vehículos.

Así que saliendo al amanecer y descargando, pues fácilmente llegaba las 10 de la noche, y nos íbamos a dormir a Los Palacios a “El desembarco”, y Pedro me contaba muchas vivencias en el viaje, así como su ayudante y yo a él. Éramos enormes amigos. Yo descargaba también canastas, como uno más, así me enseño mi padre desde pequeño, como al resto de mis hermanos, mi padre mas o menos decía:

En esta casa, no quiero ningún vago para que sea un desgraciado el día de mañana, hay que aprender a trabajar, a cualquier hora, en cualquier momento, cuando sea necesario, sin pereza, sin poner mala cara. Esa es mi norma, y así se hace.

Y desde luego no había forma de hacerlo cambiar era imposible o peor, por lo que lo más inteligente era secundarlo. Y asumir lo que había.

Cuando se trabajaba, cuando mi padre me daba 300 facturas para que hiciese 300 letras de cambio, después de comprarlas en el estanco, y de rellenarlas cuidadosamente, y anotarlas en el Libro de Remesas y preparar la carta, sin ordenador, sino escrita en la Hispano Olivetti y todo sumado y requetesumado, y si esto se llevaba ocho horas. Y se le entregaba el trabajo bien hecho, los ojos le brillaban de satisfacción: ¡Llegarás lejos me decía!, y no llegué tan lejos realmente estoy en Albolote a 100 km. de Antequera.

La fábrica después mi padre le compro la parte al dueño, cuando ya empezó el declive, mi tío Paco, se marchó, mi hermano Antonio se quedó con ella, y luchó como un jabato. Compro maquinaria italiana, empezó a hacer cosas nuevas: macarrones, estrellitas, y un montón de pastas nuevas. En bolsas de celofán, en caja de cartón, con las marcas registradas “IBIS” y “PIRAMIDE” (Ibis, a mi me sonaba a insecticida y a él a Dios Griego).

Compro una enorme furgoneta para hacer repartos pues ya los camiones completos de fideos habían pasado a la historia. Pero bajó mucho el consumo en aquellos tiempos, pues los fideos se gastaban mucho después de la guerra.

Vinieron las grandes marcas de pastas para sopa, con enormes inversiones, con publicidad, subieron mucho los costos de los pequeños, mucha mano de obra, y no se podía competir, aparte de que el publico quería las grandes marcas. Allí estuvo mi hermano Antonio luchando como un titán, haciendo todo lo posible para superar los malos tiempos de la Fabrica de Fideos, pero finalmente, tuvo que cerrar. Después continuó con el Almacén de mi padre, Almacenes Sánchez-Garrido, hoy en todo su esplendor, dirigidos por mi sobrino Antonio Ignacio Sánchez-Garrido Lara, con buena madera de empresario.

El fue el primero en sentirlo, lo sé bien, y todos los demás sentimos nostalgia por el cierre.

Ya no queda nada, no veo ni rastro, solo el E-mail de mi hermana la chica, pone “Masagar”, en recuerdo de la fábrica, que en sus mejor momento también tenía unos grandes almacenes para harina, canastas envase, etc., en Calle Fresca, de tres plantas, en total quizá 1.400 metros estos eran en propiedad, si mal no recuerdo, y se compró “Molino El dorado” por mi padre, donde poder producir parte de la harina que se necesitaba y que se compraba en muchos puntos de Andalucía. En Loja teníamos un gran proveedor y amigo.

El mundo sigue dando vueltas, vueltas y vueltas, más vueltas, y vueltas.

Bueno, buenas noches.

José Luis Sánchez-Garrido y Reyes

http://sanchezgarrido.wordpress.com/2011/10/30/industrias-masagar-s-a/

“Antico Pastificio Morelli” (antigua fábrica de pastas alimenticias morelli)
ESTAMOS HECHOS DE OTRA PASTA:

Un secreto el germen de trigo.

Los productos de “Antico Pastificio Morelli” (antigua fábrica de pastas alimenticias morelli) son únicos en su tipo. El secreto es un ingrediente que no se puede encontrar en las pastas comunes: el germen de trigo. Este constituye el corazón del grano y contiene Vitamina E, Vitamina D y Proteinas Vegetales. Durante la molienda del cereal, el germen de trigo queda normalmente excluido de la sémola para reducir su deterioro,

obligando a las grandes industrias a elaborar harinas sin el germen. sin embargo, la elaboración artesanal de “Antico Pastificio Morelli” permite incluir en la sémola el germen de trigo siempre fresco. por esto, nuestro slogan dice: “ESTAMOS HECHOS DE OTRA PASTA”.
Tras años de empleo del germen de trigo fresco, el “Antico Pastificio Morelli” ha obtenido una pasta con un sabor extraordinario e inconfundible que, cuando se cocina, libera un intenso perfume de trigo, que tiñe levemente el agua de verde.
La Pasta Morelli es considerada de calidad superior, no sólo porque utiliza el germen de trigo, sino porque también selecciona las mejores sémolas, elaboradas con técnicas artesanales. Nuestras máquinas prensan lentamente la masa luego de haberla extendido a mano sobre bastidores; el secado se efectúa en celdas donde la pasta permanece 36 horas a baja temperatura. de esta manera se mantienen todas las características organolépticas y nutritivas del producto. El “Antico Pastificio Morelli” es, desde 1860, una empresa de conducción familiar. Hoy, son los hermanos Morelli, Lucia, Antonio y Marco quienes, despues de cinco generaciones, continuan a desarrollar la tradición de la familia. La firma produce una vasta gama de especialidades; elabora productos simples con antiguas técnicas artesanales y evita el empleo de conservantes y de colorantes, obteniendo como resultado una pasta sana y genuina, sabrosa y consistente.
En los productos morelli encontramos artículos clásicos como los “TACCONI” AL GERMEN DE TRIGO o pastas tradicionales como los “PICI” DE SIENA y los TALLARINES AL FARRO; se producen además una serie de pastas aromatizadas especiales al AZAFRÁN, con CEPAS POLÍPORES, SEPIAS y tantos mas. Morelli obtiene así una completisima gama de productos de tradicion.

La pasta se distribuye en las mejores tiendas de Italia y del exterior. La confección, particularmente atractiva, hace que el producto sea además ideal como regalo.

ANTICO PASTIFICIO MORELLI 1860 srl, 56020 San Romano (PISA) ITALY – Via S. Francesco, 8
Tel. +39 0571 459032 – fax +39 0571 450556 – P.IVA 01255330506

http://www.pastamorelli.it/es/pastificio-morelli.html

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