Obama ordena que EE.UU. se prepare ante una gran tormenta solar
Obama ordena que EE.UU. se prepare ante una gran tormenta solar
Obama ordena que EE.UU. se prepare ante una gran tormenta solar
Advierte de que un fenómeno extremo podría desactivar una gran parte de la red de energía eléctrica y afectar a servicios clave como el abastecimiento de agua, la salud y el transporte
Todas las autoridades de EE.UU. deben estar preparadas ante la llegada de una hipotética tormenta solar. El presidente Barak Obama ha dictado una orden ejecutiva, recogida en la web de la Casa Blanca, para que al país no le pille desprevenido si se produce un evento climático espacial extremo, como una gran erupción solar, que podría poner en peligro infraestructuras y tecnologías críticas.
Un fenómeno semejante, advierte la orden, podría desactivar una gran parte de la red de energía eléctrica, lo que resulta en una cascada de fracasos que afectarían a servicios clave como el abastecimiento de agua, la salud y el transporte. «El clima espacial tiene el potencial de afectar y alterar la salud y la seguridad a través de continentes enteros simultáneamente», recuerda.Como explica la orden, los fenómenos meteorológicos espaciales, en forma de erupciones solares, partículas energéticas solares y perturbaciones geomagnéticas, se producen regularmente, y algunas veces se dejan notar en infraestructuras y tecnologías, como el Sistema de Posicionamiento Global (GPS), los satélites, la aviación y la red de energía eléctrica. Pero un evento extremo podría hacer mucho más daño y resultar catastrófico.
Por ello, Obama considera que la preparación para estos eventos necesita el esfuerzo de todo la nación, que requiere asociaciones entre los gobiernos, los gestores de emergencias, los círculos académicos, los medios de comunicación, la industria de los seguros, etc. Esto no quiere decir que una tormenta solar de semejante magnitud vaya a producirse mañana, pero el gobierno estadounidense quiere estar prevenido para que los daños sean los menores posibles cuando ocurra. Desde luego, no es imposible.
De esta forma, dicta la orden, el gobierno federal debe tener la capacidad de predecir y detectar un evento extremo de clima espacial inminente, desarrollar los planes y programas necesarios para alertar a los sectores públicos y privados, proteger y reducir los riesgos en las infraestructuras críticas antes y durante una amenaza creíble, y poder responder y recuperarse de sus efectos.
120 días para proteger la red de energía
La directiva pone a las distintas agencias federales sobre aviso de que tienen un plazo concreto para llegar a un plan para predecir y detectar estos eventos interestelares, alertar al público, proteger la infraestructura crítica y recuperarse de los daños. Además, la Secretaría de Energía tiene 120 días para desarrollar un plan para proteger de perturbaciones electromagnéticas a la red de energía eléctrica.En 1989, un transformador en Nueva Jersey quedó inutilizado dejando a 6 millones de personas en la provincia de Quebec (Canadá) sin energía eléctrica a causa de una eyección de plasma solar. En 1859 se produjo el famoso evento Carrington, que dejó fuera de servicio el telégrafo de la época mientras en el cielo se veían auroras hasta el sur de Cuba. Si ocurriera hoy en día, de decenas a cientos de transformadores quedarían destruidos, hundiendo en la oscuridad durante semanas, meses o años porciones de continentes.
En una sociedad como la nuestra altamente dependiente de la tecnología, el caos llegaría sin remedio. En un informe de 2013, el mercado de seguros Lloyd de Londres estimaba que el coste de la recuperación de una potentísima tormenta solar oscilaría entre 600.000 millones y 2,6 billones de dólares.
Más información: Científicos se preparan para la tormenta solar perfecta
http://www.abc.es/ciencia/abci-obama-ordena-eeuu-prepare-ante-gran-tormenta-solar-201610141404_noticia.html
¿Qué pasaría si la mayor tormenta solar registrada tuviera lugar ahora?
Imagen cortesía de SDO/NASA
Una gran tormenta solar, relacionada con la segunda erupción solar más fuerte del actual ciclo solar de 11 años, está alcanzando la Tierra, aunque de momento con pocas consecuencias. Sin embargo, la potencialmente «fuerte tormenta», en palabras de la NASA, podría interrumpir redes de energía, comunicaciones y GPS y provocar deslumbrantes auroras.
Según los científicos la tormenta quedará muy lejos del acontecimiento que tuvo lugar en 1859, algo que debemos considerar como positivo.
Si tuviéramos hoy una tormenta parecida, la vida se paralizaría.
Las dos erupciones solares del 6 de marzo, que guardan relación con la tormenta geomagnética del jueves, no tienen comparación con las erupciones que provocaron la tormenta de 1859. Sin embargo, puesto que el Sol todavía no ha alcanzado su máximo de actividad de este ciclo, quizá lo de esta semana no sea más que el aperitivo.
«El Sol tiene ciclos de actividad, como la temporada de huracanes», afirmó Tom Bogdan, director del Centro de Predicción del Clima Espacial de Estados Unidos en una reunión de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia en 2011.
Después de «hibernar durante cuatro o cinco años», el Sol empezó a despertarse aproximadamente hace un año. «Aunque el próximo máximo solar podría experimentar un pico bajo en la actividad total, los acontecimientos individuales podrían ser muy potentes», añadió.
De hecho, según la NASA, la mayor tormenta solar registrada hasta el momento, la de 1859, tuvo lugar durante un máximo solar de características similares al que tenemos por delante.
La tormenta recibió el nombre de Tormenta de Carrington, por el astrónomo Richard Carrington, que fue testigo del acontecimiento y la primera persona en comprender la relación entre la actividad solar y las alteraciones geomagnéticas de la Tierra.
Durante la Tormenta de Carrington, las auroras boreales se registraron en Cuba y Honolulu, mientras que las australes fueron vistas en Santiago de Chile.
Los destellos fueron tan fuertes que «los habitantes del norte de Estados Unidos podían leer el periódico solamente con la luz de la aurora», comentó Daniel Baker, del Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial de la Universidad de Colorado (Estados Unidos) en una reunión en 2010.
Según Ed Cliver, físico espacial del Air Force Research Laboratory de Massachussets (Estados Unidos), las alteraciones geomagnéticas fueron tan fuertes que los operadores de telégrafos de Estados Unidos informaron de chispas que saltaron en sus equipos, algunas suficientemente fuertes para prender fuego.
Muchos de los informes de 1859 han quedado como meras curiosidades, pero si algo parecido ocurriera hoy, las infraestructuras de alta tecnología de todo el planeta podrían paralizarse.
«Está en juego la tecnología en la que se basan todos los aspectos de nuestra vida», añade Bogdan.
Nuestra «ciberburbuja», en peligro
Baker afirma que alteraciones eléctricas tan fuertes como las que dañaron los equipos de telégrafos (el Internet de entonces) serían ahora mucho más peligrosas.
Las tormentas solares que se dirigen a la Tierra tienen tres fases, aunque no todas tienen por qué darse en una tormenta.
En primer lugar, aparecen las erupciones solares: los rayos X y la luz ultravioleta ionizan la capa superior de la atmósfera, interfiriendo con las comunicaciones por radio. Después llega la tormenta de radiación, que puede ser muy peligrosa para los astronautas.
Por ultimo, tenemos la eyección de masa coronal, una nube de partículas cargadas que puede tardar días en alcanzar la atmósfera terrestre. Cuando lo hace, las partículas solares pueden interactuar con el campo magnético de la Tierra, provocando fuertes fluctuaciones electromagnéticas.
«Vivimos en una ciberburbuja que envuelve la Tierra», señala Baker. «Imagina las posibles consecuencias».”
Preocupan especialmente las consecuencias que tendría para los GPS, que están presentes en teléfonos, aviones o automóviles. Según Baker, esta industria, de 13 mil millones de dólares en 2003, espera alcanzar el billón de dólares en 2017.
Además, las comunicaciones vía satélite, imprescindibles para la actividad diaria, también correrían peligro con la llegada de una tormenta solar.
«Cada vez que compramos gasolina con tarjeta de crédito estamos efectuando una transacción por satélite», añade.
Sin embargo, la mayor preocupación sería la red eléctrica, puesto que la subida de tensión que provocarían las partículas solares podrían dañar los transformadores eléctricos, y se necesitaría mucho tiempo para sustituirlos, sobre todo si se destruyen cientos a la vez.
«No tenemos muchos repuestos», añade Cliver.
La región oriental de Estados Unidos es especialmente vulnerable, ya que las infraestructuras eléctricas están interconectadas y los cortes se irían produciendo en cascada.
«Podría haber ciudades sin electricidad durante una semana, un mes o un año», afirma Baker. «Las pérdidas podrían alcanzar hasta dos billones de dólares y los efectos durarían años».
Aunque el máximo solar no provocara una tormenta como la de Carrington, las pequeñas tormentas también podrían tener consecuencias sobre las comunicaciones y la red eléctrica.
Las famosas «tormentas de Halloween» de 2003, por ejemplo, afectaron las comunicaciones por satélite, provocando un breve corte de electricidad en Suecia e iluminando el cielo con fantasmales auroras en el sur de Florida y Texas (Estados Unidos).
Mejorando las predicciones
Una posible solución sería renovar la anticuada red eléctrica para que sea menos vulnerable a las tormentas. Igualmente, deberíamos mejorar nuestra técnica y conocimiento para poder preverlas con mayor eficacia.
Los científicos que trabajan con el telescopio especial del Solar Dynamics Observatory de la NASA esperan conocer en mayor profundidad el comportamiento del Sol a medida que se acerca su máximo y comienza a producir tormentas solares, lo que podría ayudarles a predecir cuándo comenzarán las erupciones solares y cuándo se acercará una tormenta a nuestro planeta.
«Si conseguimos prever las tormentas con mayor exactitud se podrán tomar las medidas necesarias para mitigar el impacto», afirma Rodney Viereck, físico del Cenro de Predicción del Clima Espacial.
Según Bogdan, incluso ahora las emisiones más peligrosas de las tormentas solares viajan bastante despacio, por lo que somos capaces de detectarlas antes de que alcancen la Tierra, «lo que nos da un margen de 20 horas para decidir las acciones necesarias», añade Viereck.
En caso de necesidad, las compañías eléctricas podrían proteger los transformadores apagándolos antes de la llegada de la tormenta solar. Esto provocaría apagones locales, pero no durarían mucho.
Según Vierick, este tipo de predicciones tienen que actualizar sus métodos: «hemos vuelto a las predicciones que se hacían hace 50 años».
http://www.nationalgeographic.es/noticias/ciencia/espacio/tormenta-solar-hoy
Según los científicos la tormenta quedará muy lejos del acontecimiento que tuvo lugar en 1859, algo que debemos considerar como positivo.
Si tuviéramos hoy una tormenta parecida, la vida se paralizaría.
Las dos erupciones solares del 6 de marzo, que guardan relación con la tormenta geomagnética del jueves, no tienen comparación con las erupciones que provocaron la tormenta de 1859. Sin embargo, puesto que el Sol todavía no ha alcanzado su máximo de actividad de este ciclo, quizá lo de esta semana no sea más que el aperitivo.
«El Sol tiene ciclos de actividad, como la temporada de huracanes», afirmó Tom Bogdan, director del Centro de Predicción del Clima Espacial de Estados Unidos en una reunión de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia en 2011.
Después de «hibernar durante cuatro o cinco años», el Sol empezó a despertarse aproximadamente hace un año. «Aunque el próximo máximo solar podría experimentar un pico bajo en la actividad total, los acontecimientos individuales podrían ser muy potentes», añadió.
De hecho, según la NASA, la mayor tormenta solar registrada hasta el momento, la de 1859, tuvo lugar durante un máximo solar de características similares al que tenemos por delante.
La tormenta recibió el nombre de Tormenta de Carrington, por el astrónomo Richard Carrington, que fue testigo del acontecimiento y la primera persona en comprender la relación entre la actividad solar y las alteraciones geomagnéticas de la Tierra.
Durante la Tormenta de Carrington, las auroras boreales se registraron en Cuba y Honolulu, mientras que las australes fueron vistas en Santiago de Chile.
Los destellos fueron tan fuertes que «los habitantes del norte de Estados Unidos podían leer el periódico solamente con la luz de la aurora», comentó Daniel Baker, del Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial de la Universidad de Colorado (Estados Unidos) en una reunión en 2010.
Según Ed Cliver, físico espacial del Air Force Research Laboratory de Massachussets (Estados Unidos), las alteraciones geomagnéticas fueron tan fuertes que los operadores de telégrafos de Estados Unidos informaron de chispas que saltaron en sus equipos, algunas suficientemente fuertes para prender fuego.
Muchos de los informes de 1859 han quedado como meras curiosidades, pero si algo parecido ocurriera hoy, las infraestructuras de alta tecnología de todo el planeta podrían paralizarse.
«Está en juego la tecnología en la que se basan todos los aspectos de nuestra vida», añade Bogdan.
Nuestra «ciberburbuja», en peligro
Baker afirma que alteraciones eléctricas tan fuertes como las que dañaron los equipos de telégrafos (el Internet de entonces) serían ahora mucho más peligrosas.
Las tormentas solares que se dirigen a la Tierra tienen tres fases, aunque no todas tienen por qué darse en una tormenta.
En primer lugar, aparecen las erupciones solares: los rayos X y la luz ultravioleta ionizan la capa superior de la atmósfera, interfiriendo con las comunicaciones por radio. Después llega la tormenta de radiación, que puede ser muy peligrosa para los astronautas.
Por ultimo, tenemos la eyección de masa coronal, una nube de partículas cargadas que puede tardar días en alcanzar la atmósfera terrestre. Cuando lo hace, las partículas solares pueden interactuar con el campo magnético de la Tierra, provocando fuertes fluctuaciones electromagnéticas.
«Vivimos en una ciberburbuja que envuelve la Tierra», señala Baker. «Imagina las posibles consecuencias».”
Preocupan especialmente las consecuencias que tendría para los GPS, que están presentes en teléfonos, aviones o automóviles. Según Baker, esta industria, de 13 mil millones de dólares en 2003, espera alcanzar el billón de dólares en 2017.
Además, las comunicaciones vía satélite, imprescindibles para la actividad diaria, también correrían peligro con la llegada de una tormenta solar.
«Cada vez que compramos gasolina con tarjeta de crédito estamos efectuando una transacción por satélite», añade.
Sin embargo, la mayor preocupación sería la red eléctrica, puesto que la subida de tensión que provocarían las partículas solares podrían dañar los transformadores eléctricos, y se necesitaría mucho tiempo para sustituirlos, sobre todo si se destruyen cientos a la vez.
«No tenemos muchos repuestos», añade Cliver.
La región oriental de Estados Unidos es especialmente vulnerable, ya que las infraestructuras eléctricas están interconectadas y los cortes se irían produciendo en cascada.
«Podría haber ciudades sin electricidad durante una semana, un mes o un año», afirma Baker. «Las pérdidas podrían alcanzar hasta dos billones de dólares y los efectos durarían años».
Aunque el máximo solar no provocara una tormenta como la de Carrington, las pequeñas tormentas también podrían tener consecuencias sobre las comunicaciones y la red eléctrica.
Las famosas «tormentas de Halloween» de 2003, por ejemplo, afectaron las comunicaciones por satélite, provocando un breve corte de electricidad en Suecia e iluminando el cielo con fantasmales auroras en el sur de Florida y Texas (Estados Unidos).
Mejorando las predicciones
Una posible solución sería renovar la anticuada red eléctrica para que sea menos vulnerable a las tormentas. Igualmente, deberíamos mejorar nuestra técnica y conocimiento para poder preverlas con mayor eficacia.
Los científicos que trabajan con el telescopio especial del Solar Dynamics Observatory de la NASA esperan conocer en mayor profundidad el comportamiento del Sol a medida que se acerca su máximo y comienza a producir tormentas solares, lo que podría ayudarles a predecir cuándo comenzarán las erupciones solares y cuándo se acercará una tormenta a nuestro planeta.
«Si conseguimos prever las tormentas con mayor exactitud se podrán tomar las medidas necesarias para mitigar el impacto», afirma Rodney Viereck, físico del Cenro de Predicción del Clima Espacial.
Según Bogdan, incluso ahora las emisiones más peligrosas de las tormentas solares viajan bastante despacio, por lo que somos capaces de detectarlas antes de que alcancen la Tierra, «lo que nos da un margen de 20 horas para decidir las acciones necesarias», añade Viereck.
En caso de necesidad, las compañías eléctricas podrían proteger los transformadores apagándolos antes de la llegada de la tormenta solar. Esto provocaría apagones locales, pero no durarían mucho.
«La buena noticia es que estas tormentas suelen terminar en un par de horas», señala Bogdan.
Mientras tanto, los científicos se esfuerzan por descubrir todo lo que pueden sobre el Sol para tratar de hacer predicciones a largo plazo.Según Vierick, este tipo de predicciones tienen que actualizar sus métodos: «hemos vuelto a las predicciones que se hacían hace 50 años».
http://www.nationalgeographic.es/noticias/ciencia/espacio/tormenta-solar-hoy
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