La comida es parte de nosotros,además de los nutrientes, la comida trae consigo emociones

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La comida es parte de nosotros.

Antes de abordar específicamente los aspectos prácticos relacionados con la nutrición, queremos reflexionar brevemente sobre los significados y las implicaciones relacionadas con los alimentos, no solo desde un punto de vista biológico, sino también desde un punto de vista psicológico.




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Comer, alimentar, alimentar
Comer es algo que siempre hemos hecho y que desde el nacimiento hasta la vejez condiciona fuertemente nuestra calidad de vida, nuestro bienestar físico y psicológico.

Al ser una acción natural y material que se repite día a día, muchas veces se convierte en un gesto que realizamos automáticamente, sin darnos cuenta, sin prestar atención. La mayoría de las veces, comemos nuestras comidas mirando televisión, hablando con alguien, pensando en lo que tenemos que hacer a continuación, independientemente de lo que comamos, cómo lo hacemos y cómo nos sentimos en ese momento.

Por lo tanto, podemos entender cómo, en realidad, comer es un acto complejo y "sazonado" de muchos significados. Por ejemplo, podríamos comenzar preguntándonos si nos estamos alimentando, alimentando o si estamos comiendo: ¿cuál es la diferencia?

El término nutrición se refiere a la función biológica fundamental a través de la cual nuestro cuerpo transforma y absorbe los nutrientes contenidos en los alimentos, que permiten el crecimiento y la vida del organismo. Con nutrición, en cambio, significa la acción de introducir alimentos en el cuerpo, mientras que comer es un acto más complejo mediante el cual, además de alimentar nuestro alimento corporal, traemos en nuestro interior afectos, valores, tradiciones y costumbres, que son parte de de nuestra historia personal.

La relación que cada uno de nosotros tiene con la comida y que forma nuestros hábitos alimenticios es el resultado de la compleja interacción entre los factores psicológicos personales (gusto y experiencias afectivas relacionadas con la comida) y los factores socioculturales (aprendizaje del contexto familiar y otros contextos de membresía). En resumen, podemos decir que nuestro comportamiento alimentario se debe a toda la dieta (qué y cuánto comemos) y las experiencias personales que tenemos con respecto a los alimentos.

La comida entre rituales y mitos.
La comida no solo alimenta al cuerpo, sino también a las relaciones, de hecho acompaña, convirtiéndose en un ritual de celebración, eventos importantes y momentos de relajación. ¿Qué sería un evento deportivo sin una pizza? ¿O una película sin palomitas? ¿Te imaginas dar una fiesta de cumpleaños sin el pastel? Comer también se convierte en una forma de disfrutar de la vida, de estar juntos, de amarnos unos a otros.

Los momentos en que uno se encuentra en una mesa con la familia, con amigos o con el grupo social, se convierte en una ocasión de intimidad, convivencia.

e intercambiar con otros. Los rituales sociales relacionados con la comensalidad están presentes universalmente, aunque con diferencias, en todos los grupos humanos. Comer y beber juntos es una forma de intercambio y compartir que se utiliza para crear y mantener lazos.

La comida, además de ser para sí misma, es también para otra cosa, es decir, se utiliza por sus características de concreción, simplicidad y uso diario, como un símbolo que representa, enseña y transmite valores. En los refranes y formas de decir, las metáforas de los alimentos se encuentran con frecuencia: "mejor un huevo hoy que una gallina mañana"; "En el barril pequeño hay buen vino", "tener sal en calabaza". Luego pensamos en cuántos hábitos comemos o hablamos de cosas para comer, por ejemplo, en la rama Blanca Nieves nos referimos a la manzana envenenada para representar los celos y la envidia; El pan de Pollicino es un símbolo del ingenio y la habilidad, y aún la canasta de comida traída de una pequeña capucha roja para la abuela se usa como un signo de bondad y cuidado.

Por lo tanto, podemos decir que, además de los nutrientes, la comida trae consigo emociones y emociones, que, como veremos, son la base de nuestro comportamiento y nuestras elecciones, incluida la comida.

Las emociones en la olla.
¿Cuál es la relación entre la comida y las emociones? ¿Por qué comemos lo que comemos?

La relación con la comida se basa en las emociones, se construye con las emociones, expresa emociones.

A veces sucederá que ver un alimento, comerlo u oler el aroma despierte en ti toda una serie de sensaciones agradables porque ese alimento abre el camino a un recuerdo feliz que transmite bienestar. Por el contrario, rechazar uno que en cambio provoque repulsión, angustia y sentimientos de disgusto, ¿asociado con un recuerdo no demasiado feliz?

Esto sucede porque sobre la base del placer y la gratificación de la experiencia que estamos realizando, activamos un área de nuestro cerebro llamada amígdala, en la que depositamos y conservamos nuestros recuerdos emocionales más antiguos relacionados con nuestras experiencias.
Las emociones, agradables o desagradables que son, son parte de nuestra vida y de nuestra experiencia diaria, se mezclan con la comida para influir en nuestra conducta alimentaria. Cuando éramos niños, la comida era una extensión de nuestra madre y estaba asociada con el calor, la seguridad, las caricias, eso es el amor. Puede que incluso hayas sido recompensado o recompensado con algo de comida que te gustó tanto, así es como la calidad emocional de las experiencias que experimentamos connota el sabor que la comida tiene para nosotros, haciéndolo apreciado o no.

¿Podemos decir que siempre comemos solo por hambre? ¿Alguna vez ha estado enojado y, en lugar de expresar su malestar, comer? ¿O sentirse solo o triste y comer para consolarte?

A veces comemos por ira, soledad, aburrimiento, insatisfacción o para apaciguar la ansiedad. En estos casos, hablamos de "hambre emocional", es decir, la comida no solo se utiliza para nutrir el cuerpo, sino también para abrazar y calentar el corazón, para distraerlo de pensamientos o emociones desagradables. En este sentido, podríamos considerar a los alimentos como un tipo de remedio "antidepresivo y ansiolítico" porque genera un bienestar inmediato, pero no muy duradero.

Estas modalidades a menudo actuaron sin saberlo, son dañinas porque corren el riesgo de alejarse de nuestras emociones y generar estilos de alimentación disfuncionales. Por lo tanto, es importante estar al tanto de lo que nos impulsa a comer, ya sea el verdadero hambre o la necesidad de aplacar emociones incómodas.

Además, la ingesta de algunos tipos de alimentos en lugar de otros, afecta la forma en que somos físicos y de estado de ánimo. Más allá de los hábitos y gustos personales, lo que nos une a todos cuando comemos es que con este acto, los elementos que introducimos en nuestro cuerpo se convierten en partes de nosotros que influyen profundamente en nuestros pensamientos, estados de ánimo y comportamiento.

Podemos afirmar que entre las emociones y los hábitos alimenticios existe una relación circular: ciertas experiencias emocionales y estados de ánimo pueden inducir el deseo de tomar algunos alimentos y viceversa, ciertos alimentos a su vez pueden afectar, al menos en parte, el estado emocional.

 Un ejemplo La ingesta de carbohidratos (pan, pasta, arroz, etc.) puede inducir una sensación de tranquilidad y bienestar, ya que ayuda a elevar el nivel de serotonina en la sangre o el nivel de la famosa "molécula de la felicidad". Un mensajero químico que envía mensajes optimistas de buen humor y satisfacción placentera al cerebro.

Por el contrario, algunas sustancias como la sacarosa y la cafeína, especialmente si se toman en cantidades excesivas, pueden provocar cansancio, mal humor y nerviosismo. Por otro lado, las comidas altas en grasa, que recuerdan una gran cantidad de sangre desde el cerebro hasta el estómago y los intestinos, conducen a una disminución de la actividad cerebral, lo que lleva a la apatía y la somnolencia.

Básicamente, podemos decir que nuestras emociones, así como los valores sociales compartidos, afectan directamente la motivación para comer. La conciencia de estos procesos puede, por lo tanto, ayudarnos a cultivar un estilo de vida basado en la búsqueda del bienestar psicofísico y relacional, que luego se puede reflejar en una relación saludable con los alimentos.

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