Cuando el cine comía spaghetti
Cuando el cine comía spaghetti
Antes el cine comía spaghetti. Alejado de los restaurantes de estrella Michelin, de los cafés Starbucks y de las gastronomías de las ya cansinas chicas de “Sex in the City”. Los spaghetti eran el símbolo de la vida y de un cine en el que las películas sabían interpretar con pasión los temas que se encontraban en el corazón del público. Unas películas en las que la gente que se movía en la pantalla era el espejo de la que estaba sentada en la sala.
Gina Lollobrigida preparando la pasta para los spaghetti
Una sintonía que con los años parece haberse disuelto. Dentro y fuera de la pantalla encontrábamos algo que nos vinculaba con nuestros personajes y películas favoritas: la felicidad mundana e indescriptible que produce comerse un buen plato de spaghetti. Se demostraba lo que los antropólogos llaman la cultura material, basada en nuestros comportamientos frente a las cosas concretas de la vida (en las que la relación con la comida es una de las más importantes), y que frecuentemente acababa reflejada en el interior de las tramas que narraba el cine con el objetivo de hacer más creíbles los personajes de sus historias.
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Poco importaba que los spaghetti tubieran origen chino y que según cuenta la leyenda los introdujera Marco Polo en Italia. Lo cierto es que nadie como los italianos les han dotado de tanto encanto, y entre los 50s y 60s debieron ser pocos los actores y actrices de cine que no se dejaran seducir por la magia de este plato tan -aparentemente- sencillo pero tan variado (los spaghetti all alioglio para cuando regresas de una larga noche de fiesta, alla bolognesa, alla carbonara, con funghi porcini, all’arrabiatta…).
Cabe mencionar que los spaghetti no han formado parte del DNA de todos los italianos. El poeta Giacomo Leopardi los odiaba tanto como a los napolitanos (o quizás odiaba los spaghetti porque odiaba a los napolitanos…): En I nuovi credenti decía: ‘…Tutta in mio danno s’ama Napoli a gara alla difesa de’ maccheroni‘. A lo que los napolitanos le respondieron: ‘E tu fosti infelice e malaticcio perche’… non adoravi i maltagliati, le frittatine all’uovo ed il pasticcio! Ma se tu avessi amato i Maccheroni piu’ de’ libri, non avresti patito aspri malanni, saresti rubicondo e allegro’.
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También era notoria la aversión del futurista Filippo Tommaso Marinetti hacia la pasta. En el ‘Manifesto’ escribía sobre la cocina futurista: ‘crediamo anzitutto necessaria l’abolizione della pastasciutta, assurda religione gastronomica italiana‘. Una exortación poco exitosa por lo visto.
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Sean Connery comiendo spaghetti
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Porque…¿Hay algo mejor que un buen plato de spaghetti acompañados de una copa/botella de Chianti? Quizás… Pero para lucir así:
Gina Lollobrigida preparando la pasta para los spaghetti
Una sintonía que con los años parece haberse disuelto. Dentro y fuera de la pantalla encontrábamos algo que nos vinculaba con nuestros personajes y películas favoritas: la felicidad mundana e indescriptible que produce comerse un buen plato de spaghetti. Se demostraba lo que los antropólogos llaman la cultura material, basada en nuestros comportamientos frente a las cosas concretas de la vida (en las que la relación con la comida es una de las más importantes), y que frecuentemente acababa reflejada en el interior de las tramas que narraba el cine con el objetivo de hacer más creíbles los personajes de sus historias.
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Hasta el chico duro de John Wayne lo intentaba…
Poco importaba que los spaghetti tubieran origen chino y que según cuenta la leyenda los introdujera Marco Polo en Italia. Lo cierto es que nadie como los italianos les han dotado de tanto encanto, y entre los 50s y 60s debieron ser pocos los actores y actrices de cine que no se dejaran seducir por la magia de este plato tan -aparentemente- sencillo pero tan variado (los spaghetti all alioglio para cuando regresas de una larga noche de fiesta, alla bolognesa, alla carbonara, con funghi porcini, all’arrabiatta…).
Kirk Douglas los disfrutaba… junto a Sofia Loren
Cabe mencionar que los spaghetti no han formado parte del DNA de todos los italianos. El poeta Giacomo Leopardi los odiaba tanto como a los napolitanos (o quizás odiaba los spaghetti porque odiaba a los napolitanos…): En I nuovi credenti decía: ‘…Tutta in mio danno s’ama Napoli a gara alla difesa de’ maccheroni‘. A lo que los napolitanos le respondieron: ‘E tu fosti infelice e malaticcio perche’… non adoravi i maltagliati, le frittatine all’uovo ed il pasticcio! Ma se tu avessi amato i Maccheroni piu’ de’ libri, non avresti patito aspri malanni, saresti rubicondo e allegro’.
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Burt Lancaster… los quería devorar
También era notoria la aversión del futurista Filippo Tommaso Marinetti hacia la pasta. En el ‘Manifesto’ escribía sobre la cocina futurista: ‘crediamo anzitutto necessaria l’abolizione della pastasciutta, assurda religione gastronomica italiana‘. Una exortación poco exitosa por lo visto.
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Sean Connery comiendo spaghetti
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Porque…¿Hay algo mejor que un buen plato de spaghetti acompañados de una copa/botella de Chianti? Quizás… Pero para lucir así:
… es necesario comerse unos cuantos platos de spaghetti. Buon appetito!
——————————————————————————————————————————————————————————————————-Federico Fellini
————————————————————————————————————————————————————————————————Christopher Walken Quotes – Who Is Christopher Walken? – Esquire
I love spaghetti. And I like to cook spaghetti. And I used to eat it every day. I weighed thirty pounds more than I do now. You can’t — you can’t do that. Ice cream — I love to watch television and eat ice cream. But that’s like a ten-year-old. I can’t do that anymore. Beer. Beer, spaghetti, ice cream.
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Madonna
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