La empresa navarra El Caserío de Tafalla -Un caramelo de piñones que dura medio siglo
La empresa navarra El Caserío de Tafalla -Un caramelo de piñones que dura medio siglo
Un caramelo que dura medio siglo
La empresa navarra El Caserío sobrevive al paso del tiempo y las modas
Al sur de Francia, en localidades como Hendaya o San Juan de Luz, Javier Ramírez aprendió algunas de las técnicas pasteleras más innovadoras de los años 30. Durante su estancia en el país vecino estalló la Guerra Civil en España y Ramírez se exilió hasta que terminó el conflicto y consiguió volver a su tierra, a Navarra. Fue entonces cuando inventó un caramelo que hoy se sigue vendiendo en España y en todo el mundo. El caramelo de piñones de la fábrica El Caserío.
Esta pequeña factoría situada en Tafalla, una localidad navarra de unos 11.000 habitantes, produce al año 700.000 kilos de caramelos y se fundó hace más de 50 años. En 1964, Ramírez y tres amigos, todos de Tafalla, decidieron poner en marcha esta empresa y que su producto estrella fuera el caramelo de piñones. “El éxito se debe a que hemos sido fieles a nuestros principios. Elaboramos los productos con ingredientes naturales. Cada mañana, por ejemplo, nos traen la leche de una vaquería de Tafalla; seguimos produciendo los caramelos casi de forma artesanal. También hemos tenido una pizca de suerte porque nadie ha conseguido hacer un caramelo de piñones como el nuestro”, asegura Ramón San Martín Erice, gerente de la empresa.
La facturación de El Caserío es de unos cuatro millones de euros al año y, según explica San Martín, han crecido un 12% de manera sostenible en los últimos cinco ejercicios. “Hemos superado la crisis gracias a que conseguimos nuevos canales de venta, nuevos productos y mercados”. El producto estrella de la fábrica es el caramelo de piñones, el 55% de toda la producción corresponde a este dulce, pero los años han pasado y han tenido que ampliar su oferta para llegar a otros públicos, y a otros mercados. Tienen caramelos sin azúcar, caramelos blandos o cremas de diferentes sabores y los más modernos, los toffers, de chocolate. Fue en 2012 cuando la empresa se afianzó en el mercado internacional. Hoy exporta el 20% de su producción a países como Francia (60%), Portugal (15%) o EE UU (10%).
Cada día, a las seis de la mañana, arranca el proceso de producción en El Caserío. La base de toda su gama de dulces son cuatro ingredientes: azúcar, glucosa, leche y café. A partir de ahí, se le añaden los piñones, o el chocolate, o la vainilla, depende del caramelo que quieran fabricar. El primer paso es mezclar todos los ingredientes. Después empieza la cocción durante unos 15 minutos y a una temperatura de entre 125 y 150 grados centígrados. Cuando termina este proceso recogen la masa entre dos empleados y la llevan hasta una mesa donde se expande. La crema en este momento es líquida, pero espesa. La de los caramelos de toffers, en concreto, tiene un color marrón chocolate muy oscuro y dan ganas de probarla porque el olor es irresistible.
Una vez que la han expandido la dejan enfriar unos minutos y llega el momento de amasarla. En la masadora la temperatura sigue bajando y la textura se solidifica. El siguiente punto es la bastoneadora, como su propio nombre indica, la masa se va convirtiendo en una especie de bastón y llega a la siguiente fase, el estirado. En este momento la crema del caramelo es como una pequeña serpiente, muy fina, y está lista para entrar en el troquelado, que es la máquina que corta la masa y le da la forma del caramelo. El siguiente punto ya es la enfriadora y después solo queda envolver, empaquetar y cargar los camiones.
“Este proceso de elaboración es casi exacto al de hace 50 años. Es artesanal aunque hayamos ido modernizando pequeños detalles”, asegura San Martín. Y casi lo mismo ocurre con el edificio de la fábrica, el de hace 50 años es casi el mismo que el de hoy en día. La primera ubicación de la empresa no es la actual, antes estaba en lo que ahora es casi el centro de Tafalla, a unos 900 metros de la plaza principal. Allí hay junto al río Cidacos, que se salva con un puente de piedra, un caserío inspirado en estos edificios del sur de Francia, por la influencia que tuvo este país en Javier Ramírez. En 2007 trasladaron la fábrica a un polígono industrial de las afueras de Tafalla. Sin embargo, la fachada llama la atención junto al resto de naves industriales ya que es una réplica exacta del caserío original.
El año pasado la empresa celebró su 50ª aniversario. Para festejarlo distribuyeron caramelos por diferentes comercios de España para que ellos los regalaran entre sus clientes. “Quisimos celebrar ese día como si fuéramos niños, como un cumpleaños. Estábamos recordando nuestra historia, y la de muchísima gente que hace que hoy sigamos aquí. Cuando alguien se come un caramelo de piñones siempre tiene un recuerdo, siempre hay una historia detrás, siempre nos recuerda a algo o a alguien. Entonces pensamos que había muchas personas que no podían recordar eso”, explica San Martín. Así nació su colaboración con el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra y la Confederación Española de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras Demencias (CEAFA), un proyecto por el que destinan parte de sus beneficios a la lucha contra la enfermedad.Han elaborado un caramelo para esta iniciativa y el 10% de esas ventas, y de lo que facturan a través de su tienda online, va destinado a la investigación de la dolencia. “Cuando vendemos un caramelo de El Caserío estamos vendiendo un recuerdo, una historia. Y queríamos que todos nos recordaran, y esta es nuestra manera de ayudar a quienes no pueden”.
http://economia.elpais.com/economia/2015/06/11/actualidad/1434022061_503320.HTML
Esta pequeña factoría situada en Tafalla, una localidad navarra de unos 11.000 habitantes, produce al año 700.000 kilos de caramelos y se fundó hace más de 50 años. En 1964, Ramírez y tres amigos, todos de Tafalla, decidieron poner en marcha esta empresa y que su producto estrella fuera el caramelo de piñones. “El éxito se debe a que hemos sido fieles a nuestros principios. Elaboramos los productos con ingredientes naturales. Cada mañana, por ejemplo, nos traen la leche de una vaquería de Tafalla; seguimos produciendo los caramelos casi de forma artesanal. También hemos tenido una pizca de suerte porque nadie ha conseguido hacer un caramelo de piñones como el nuestro”, asegura Ramón San Martín Erice, gerente de la empresa.
La facturación de El Caserío es de unos cuatro millones de euros al año y, según explica San Martín, han crecido un 12% de manera sostenible en los últimos cinco ejercicios. “Hemos superado la crisis gracias a que conseguimos nuevos canales de venta, nuevos productos y mercados”. El producto estrella de la fábrica es el caramelo de piñones, el 55% de toda la producción corresponde a este dulce, pero los años han pasado y han tenido que ampliar su oferta para llegar a otros públicos, y a otros mercados. Tienen caramelos sin azúcar, caramelos blandos o cremas de diferentes sabores y los más modernos, los toffers, de chocolate. Fue en 2012 cuando la empresa se afianzó en el mercado internacional. Hoy exporta el 20% de su producción a países como Francia (60%), Portugal (15%) o EE UU (10%).
Cada día, a las seis de la mañana, arranca el proceso de producción en El Caserío. La base de toda su gama de dulces son cuatro ingredientes: azúcar, glucosa, leche y café. A partir de ahí, se le añaden los piñones, o el chocolate, o la vainilla, depende del caramelo que quieran fabricar. El primer paso es mezclar todos los ingredientes. Después empieza la cocción durante unos 15 minutos y a una temperatura de entre 125 y 150 grados centígrados. Cuando termina este proceso recogen la masa entre dos empleados y la llevan hasta una mesa donde se expande. La crema en este momento es líquida, pero espesa. La de los caramelos de toffers, en concreto, tiene un color marrón chocolate muy oscuro y dan ganas de probarla porque el olor es irresistible.
Una vez que la han expandido la dejan enfriar unos minutos y llega el momento de amasarla. En la masadora la temperatura sigue bajando y la textura se solidifica. El siguiente punto es la bastoneadora, como su propio nombre indica, la masa se va convirtiendo en una especie de bastón y llega a la siguiente fase, el estirado. En este momento la crema del caramelo es como una pequeña serpiente, muy fina, y está lista para entrar en el troquelado, que es la máquina que corta la masa y le da la forma del caramelo. El siguiente punto ya es la enfriadora y después solo queda envolver, empaquetar y cargar los camiones.
“Este proceso de elaboración es casi exacto al de hace 50 años. Es artesanal aunque hayamos ido modernizando pequeños detalles”, asegura San Martín. Y casi lo mismo ocurre con el edificio de la fábrica, el de hace 50 años es casi el mismo que el de hoy en día. La primera ubicación de la empresa no es la actual, antes estaba en lo que ahora es casi el centro de Tafalla, a unos 900 metros de la plaza principal. Allí hay junto al río Cidacos, que se salva con un puente de piedra, un caserío inspirado en estos edificios del sur de Francia, por la influencia que tuvo este país en Javier Ramírez. En 2007 trasladaron la fábrica a un polígono industrial de las afueras de Tafalla. Sin embargo, la fachada llama la atención junto al resto de naves industriales ya que es una réplica exacta del caserío original.
El año pasado la empresa celebró su 50ª aniversario. Para festejarlo distribuyeron caramelos por diferentes comercios de España para que ellos los regalaran entre sus clientes. “Quisimos celebrar ese día como si fuéramos niños, como un cumpleaños. Estábamos recordando nuestra historia, y la de muchísima gente que hace que hoy sigamos aquí. Cuando alguien se come un caramelo de piñones siempre tiene un recuerdo, siempre hay una historia detrás, siempre nos recuerda a algo o a alguien. Entonces pensamos que había muchas personas que no podían recordar eso”, explica San Martín. Así nació su colaboración con el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra y la Confederación Española de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras Demencias (CEAFA), un proyecto por el que destinan parte de sus beneficios a la lucha contra la enfermedad.Han elaborado un caramelo para esta iniciativa y el 10% de esas ventas, y de lo que facturan a través de su tienda online, va destinado a la investigación de la dolencia. “Cuando vendemos un caramelo de El Caserío estamos vendiendo un recuerdo, una historia. Y queríamos que todos nos recordaran, y esta es nuestra manera de ayudar a quienes no pueden”.
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Xavi Pons, director general de Wrigley España
Muchas Felicidades a Dulces Noticias… y algo más por haber logrado convertiros, a lo largo de vuestros 25 años de trabajo y esfuerzo, en la revista de referencia del sector del dulce
El rigor, la profesionalidad y la cercanía con que mostráis la realidad y el día a día de nuestro entorno nos ayudan siempre a conocer qué está pasando, dónde está sucediendo y quiénes son los protagonistas más destacados.
Espero que sigáis aportando vuestro punto de vista y conocimiento sobre el mercado mes a mes
Espero que sigáis aportando vuestro punto de vista y conocimiento sobre el mercado mes a mes y nos sigáis permitiendo conocer un poco mejor el apasionante sector en el que todos nosotros operamos.De verdad muchas gracias por todo esto pero sobre todo un gran gracias por ser como sois, un gran equipo.
Muchas felicidades de nuevo y disfrutad a lo grande de estos merecidos 25 años de éxito.
http://sweetpress.com/publicaciones/impulso/25-aniversario/xavi-pons-director-general-de-wrigley-espana/
El dueño de Orbit y Sugus
La multinacional Wrigley rediseña sus productos para crecer en el mercado español
Los españoles mascan una media de 100 chicles por persona y año. Y, en general, la confitería mueve 830 millones de euros. Para Wrigley, la multinacional propietaria de marcas como Orbit y el popular Sugus, la cifra puede dar mucho más de sí, a tenor de lo consumido en Estados Unidos: hasta 180 chicles per cápita. El salto entre una cifra y otra es el recorrido en el que el grupo americano confía para crecer a base de rediseñar sus productos, en el fondo y en la forma, ligeros toques en la receta de elaboración y una nueva presentación. De la renovación no escapa ni el tradicional Sugus, que lleva casi 50 años de historia en España: ha incorporado zumo de fruta a la composición, le ha cambiado el envase y lo ha lanzado con sabor a fresa.
Wrigley, la segunda confitera del mundo por detrás de Cadbury (dueña de Trident), facturó en España 209 millones de euros durante 2007
Es sólo uno de los ejemplos. “España es un mercado maduro, con mucha competencia, pero su consumo es aún inferior a otros países. Los nuevos packaging permiten mejorar las ventas, crean nuevas ocasiones de consumo. Las cajas de Orbit son un ejemplo, los tienes encima de la mesa en el trabajo y los ofreces a los demás”, explica Valentín Ramírez, director general de Wrigley en España.
La compañía, con un volumen de negocio de 5.400 millones de dólares (3.410 millones de euros) el año pasado, un 15% más, saca buenos resultados en la mayor parte de los mercados con más ventas de confitería: Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Rusia, Francia, Japón y China.En España, la compañía segunda confitera del mundo por detrás de Cadbury (dueños de Trident) facturó 209 millones de euros el año pasado, lo que supone un incremento del 11%, gracias a las ventas de varios de sus productos mejor posicionados: Orbit concentra el 40,4% de las ventas de chicle para adultos; Solano, el 62,6% de caramelos tofee, Boomer, el 64,6% de los chicles para niños, y Sugus, el 39,9% del caramelo masticable, según datos que la compañía atribuye a Nielsen. El beneficio operativo, según Ramírez, creció por encima de las ventas y el objetivo a largo plazo es mantenerlo en un ritmo de entre el 9% y el 11%.
Los productos de CADBURY ADAMS, despues Kraft Foods la primera confitera del mundo
La compañía ha dejado de apostar por marcas como Trex y Licor del Polo, que heredó con la compra de la empresa Joyco al grupo Agrolimen en 2004. Al año siguiente, cerró una de las dos fábricas, la de Alcarràs, en Lleida, y trasladó la producción a la factoría zaragozana de Tarazona.
http://elpais.com/diario/2008/04/20/negocio/1208696608_850215.html
http://elpais.com/diario/2008/04/20/negocio/1208696608_850215.html
Hans Riegel, el magnate de las chucherías
Dirigió la empresa de dulces Haribo, fundada por su padre
Juan Gómez 15 OCT 2013 – 23:11
El nombre de su imperio es el acrónimo del de su padre y el de la ciudad donde fue fundado en 1920: Hans Riegel Bonn. Fueron los hermanos Hans y Paul Riegel quienes convirtieron la confitería Haribo en una de las marcas alemanas más conocidas en todo el planeta y en uno de los 10 fabricantes de dulces más importantes del mundo. Paul, fallecido en 2009, se ocupaba de la producción; mientras que Hans hijo, que murió ayer en Bonn a los 90 años, dirigía el marketing y las ventas. Los hermanos guiaron la compañía a un éxito paralelo al de las grandes empresas alemanas que se expandieron por el mundo durante las décadas del milagro alemán. Haribo es hoy una empresa próspera que emplea a unas 6.000 personas, la mitad de ellas en Alemania, y fabrica dulces en 16 factorías repartidas por el mundo.
El padre les dejó una confitería con 30 empleados y 10 sacos de azúcar, así como la receta secreta de los osos de gominola, que entonces se llamaban “osos bailarines”. Empezaron los hermanos en 1946, tras la puesta en libertad de Hans como prisionero en la II Guerra Mundial por parte del Ejército estadounidense.
Regiría la empresa como un jefe de la vieja escuela alemana. Decidió que Haribo crecería siempre con capital propio cuando la caja de ahorros local ordenó el embargo de algunos productos por el impago de un crédito en los cuarenta. Así se ha mantenido en manos de la familia. La mitad de Haribo pertenecía a Hans y el resto, a sus sobrinos Hans-Guido y Hans-Arndt Riegel, que dirigieron la empresa con él desde la muerte de Paul. Cuentan que Hans probaba cada producto y que ordenaba que retiraran los que no le complacían. Haribo vende sus ositos de gominola y sus regalices en 110 países.
Hans II, como era conocido entre sus empleados, se distinguía de otros potentados alemanes de posguerra en su gusto por la buena vida y cierta tendencia al dispendio: pilotaba su propio helicóptero, le gustaban los automóviles rápidos y era muy aficionado a la caza mayor. Además, tocaba el saxofón y organizaba fiestas generosas para sus empleados. También fue un consumado jugador de bádminton, deporte que contribuyó a introducir en Alemania y del que llegó a ser campeón nacional en dobles. Le atribuyen la jovialidad por la que son famosos los renanos en Alemania, así como una gran inclinación hacia los festejos del carnaval.
Hans Riegel era doctor en Economía, grado que obtuvo en 1951 con una tesis sobre la venta de azúcar. Tenía la nacionalidad austriaca desde 1991. Solo dejó de acudir a su oficina el pasado mes de julio, cuando tuvo que ser operado de un tumor en el cerebro. No tenía hijos y dejó su fortuna, estimada en 2.200 millones de euros, a una fundación.
http://economia.elpais.com/economia/2013/10/15/actualidad/1381871511_878853.HTML
El padre les dejó una confitería con 30 empleados y 10 sacos de azúcar, así como la receta secreta de los osos de gominola, que entonces se llamaban “osos bailarines”. Empezaron los hermanos en 1946, tras la puesta en libertad de Hans como prisionero en la II Guerra Mundial por parte del Ejército estadounidense.
Regiría la empresa como un jefe de la vieja escuela alemana. Decidió que Haribo crecería siempre con capital propio cuando la caja de ahorros local ordenó el embargo de algunos productos por el impago de un crédito en los cuarenta. Así se ha mantenido en manos de la familia. La mitad de Haribo pertenecía a Hans y el resto, a sus sobrinos Hans-Guido y Hans-Arndt Riegel, que dirigieron la empresa con él desde la muerte de Paul. Cuentan que Hans probaba cada producto y que ordenaba que retiraran los que no le complacían. Haribo vende sus ositos de gominola y sus regalices en 110 países.
Hans II, como era conocido entre sus empleados, se distinguía de otros potentados alemanes de posguerra en su gusto por la buena vida y cierta tendencia al dispendio: pilotaba su propio helicóptero, le gustaban los automóviles rápidos y era muy aficionado a la caza mayor. Además, tocaba el saxofón y organizaba fiestas generosas para sus empleados. También fue un consumado jugador de bádminton, deporte que contribuyó a introducir en Alemania y del que llegó a ser campeón nacional en dobles. Le atribuyen la jovialidad por la que son famosos los renanos en Alemania, así como una gran inclinación hacia los festejos del carnaval.
Hans Riegel era doctor en Economía, grado que obtuvo en 1951 con una tesis sobre la venta de azúcar. Tenía la nacionalidad austriaca desde 1991. Solo dejó de acudir a su oficina el pasado mes de julio, cuando tuvo que ser operado de un tumor en el cerebro. No tenía hijos y dejó su fortuna, estimada en 2.200 millones de euros, a una fundación.
http://economia.elpais.com/economia/2013/10/15/actualidad/1381871511_878853.HTML
Fiesta busca otra oportunidad
El administrador concursal inicia la venta de la popular empresa de caramelos
Volver a los pupitres de EGB; a los tiempos de COU; a elegir entre Ciencias o Letras. ¿Mecano o Spandau Ballet? Viajar a los años ochenta. Volver a ser (casi) un niño. Para una generación de españoles ese es el sabor de un chupa-chups Kojak (aquel popular detective televisivo) o de las inacabables piruletas Fiesta en forma de corazón.
Pero la memoria, a veces, hiere y Caramelos Fiesta, la empresa fabricante de los famosos Kojak y los dulzones Lolipop, que este año celebra su 50º aniversario, ha estado contra las cuerdas. En 2014 presentaba su proceso de liquidación tras solicitar el concurso de acreedores. Los números no salían. La crisis se llevó por delante la compra de chuches, un acto, en principio, de impulso, y la política de exportaciones patinó. Había mercados, como Reino Unido o Estados Unidos, duros y competitivos, donde incluso se vendía por debajo de coste. Para colmo, el lastre de una deuda excesiva. Los bancos (Fortis Bank, Sabadell, Popular y Catalunya Bank) se inquietaban.
La consecuencia de esta tormenta perfecta es que la administración concursal de Fiesta ha abierto un proceso de venta de la empresa cuya estructura parece sacada de uno de esos manuales de finanzas que se estudian en una escuela de negocios. Quizá algo tenga que ver que Francisco Vera, socio director de Data Legal y administrador concursal, haya estudiado en la London Business School (LBS). Por eso la enajenación de Fiesta se divide en dos. De un lado se vende el negocio principal, la unidad de caramelos (marca y red de ventas), que está valorada en 12 millones de euros. Y, por otro, se desprenden del activo inmobiliario. O sea, las instalaciones (ocupan una parcela de 26.800 metros cuadrados) que tienen en Alcalá de Henares (Madrid). Estas se tasan en 6,7 millones. La separación y venta de ambos activos tiene una condición. Un contrato de alquiler del terreno por cinco años prorrogables hasta diez y un precio básico de 35.000 euros mensuales.
Estas son las cartas con las que se abre la partida. El precio mínimo de la oferta del futuro comprador para el negocio de caramelos será de cinco veces la previsión del resultado bruto de explotación (Ebitda) de 2015 (durante 2014 fue de 1,2 millones). Aunque otra cosa es el valor final de venta. “Espero que esté entre seis y nueve veces Ebitda”, augura Vera.
Este abogado, experto en finanzas, ha repetido incesantemente que “la venta no será a precio de ganga” y que se abstengan todos los “subasteros profesionales”. Es decir, empresas especializadas en adquirir compañías en dificultades y darles el pase en un abrir y cerrar de ojos a otro comprador. Pura especulación. Esas que no llamen a la puerta. Por ahora más de 50 firmas han mostrado un interés serio por Fiesta. Desde fondos de capital riesgo foráneos, respaldados por algunas de las big four (KPMG, PwC, Deloitte o Ernst &Young), hasta compañías nacionales e internacionales del sector de los dulces. Al fin y al cabo casi todos se conocen, pues es un mundo muy concentrado con pocos grandes jugadores.
Como se ve hay interés en Fiesta, porque no todo es amargo. La marca tiene una penetración intensa en España, con más de 40.000 puntos de venta y, sobre todo, un dividendo sentimental y afectivo que llega a la infancia de bastantes de quienes fueron niños en los setenta y ochenta. “Los inversores saben que la compañía posee mucho recorrido”, apunta Vera. Alguien, quizá, debería explicarles a los candidatos foráneos qué representan Kojak, Fresquito, Lolipop, Piruleta o Megatorcida en la memoria dulce española. O aquellas gominolas en forma de roedor y lombrices lanzadas al rebufo de la serie de extraterrestres V. Fiesta las vendía como “comida para visitantes”.
Pero la topografía afectiva casa mal con la realidad de los números. Para buscar la viabilidad de la empresa se acometió un plan de reestructuración, el cual incluyó un expediente de regulación de empleo (ERE) que prescindió de 16 trabajadores (la mayoría del área internacional) y rebajó la plantilla a 124 personas. Todas aceptaron una bajada del 9% del complemento salarial y la pérdida del transporte colectivo. “Con estos sacrificios la compañía sigue viva, operando con normalidad y no hay ningún riesgo de cierre”, refrenda el administrador concursal, quien regatea algunos rumores en sentido contrario. “Fiesta tiene otros cincuenta años, y más, de futuro”, sostiene.
Sin embargo, lograrlo tendrá un poco de homérico. El administrador concursal ha trazado una hoja de ruta hacia la viabilidad de Caramelos Fiesta distinta a lo común. La venta se concretará a través de una aplicación en la web de Data Legal. Allí deberán presentar los compradores sus ofertas. “Es un sistema novedoso, nunca se había usado en un proceso concursal de este tipo, y ningún candidato sale favorecido porque ni siquiera nosotros podemos conocer los números que suben a la Red”, detalla Vera. “De esta forma aumenta la transparencia y la concurrencia, que es el camino para obtener el mejor precio”.
Esa ruta pasará por varios estadios. El plan de liquidación se cerrará a principios de marzo, en mayo deberían estar formalizadas las ofertas de los inversores que quieran comprar y en junio un notario identificará las cinco propuestas más altas, y sobre esos finalistas la administración concursal decidirá un comprador. Algo que comunicará al Juzgado de lo Mercantil número 4 de Madrid, quien se encarga de la liquidación. En julio, Fiesta tendrá nuevo dueño.
En ese momento, la empresa que fundara en España en 1965 José Ángel Mayoral Ortiz, junto al director de Ponce Candy Industries, una compañía puertorriqueña cuyo origen nos lleva a los años cuarenta del siglo pasado, sentirá una vida nueva. Sin embargo, para que sea larga y próspera la administración concursal está obligada a escoger bien a quién vende Caramelos Fiesta. “Debe ser alguien”, reflexiona Francisco Vera, “solvente desde un punto de vista financiero y que respete las principales obligaciones de la firma (contratos de la plantilla, acuerdos comerciales y de licencias y pactos financieros)”.
Un encaje de bolillos que piensan conseguir ya que —asegura la administración concursal— los “números están respondiendo”. El año pasado facturó 18,8 millones de euros. Un 4,7% menos que en 2013. Esta caída se justifica porque Fiesta decidió marcharse de algunos mercados internacionales donde perdía dinero. Pero como contrapartida mejoró su rentabilidad, esto es, su margen bruto, un 6%. Y si durante 2013 se registraron pérdidas (262.000 euros), en 2014 se transformaron en ganancias (1,2 millones de euros). Con esta contabilidad, los administradores esperan que pronto la empresa, como el París de Hemingway, sea, de verdad, una fiesta.
Pero la memoria, a veces, hiere y Caramelos Fiesta, la empresa fabricante de los famosos Kojak y los dulzones Lolipop, que este año celebra su 50º aniversario, ha estado contra las cuerdas. En 2014 presentaba su proceso de liquidación tras solicitar el concurso de acreedores. Los números no salían. La crisis se llevó por delante la compra de chuches, un acto, en principio, de impulso, y la política de exportaciones patinó. Había mercados, como Reino Unido o Estados Unidos, duros y competitivos, donde incluso se vendía por debajo de coste. Para colmo, el lastre de una deuda excesiva. Los bancos (Fortis Bank, Sabadell, Popular y Catalunya Bank) se inquietaban.
La consecuencia de esta tormenta perfecta es que la administración concursal de Fiesta ha abierto un proceso de venta de la empresa cuya estructura parece sacada de uno de esos manuales de finanzas que se estudian en una escuela de negocios. Quizá algo tenga que ver que Francisco Vera, socio director de Data Legal y administrador concursal, haya estudiado en la London Business School (LBS). Por eso la enajenación de Fiesta se divide en dos. De un lado se vende el negocio principal, la unidad de caramelos (marca y red de ventas), que está valorada en 12 millones de euros. Y, por otro, se desprenden del activo inmobiliario. O sea, las instalaciones (ocupan una parcela de 26.800 metros cuadrados) que tienen en Alcalá de Henares (Madrid). Estas se tasan en 6,7 millones. La separación y venta de ambos activos tiene una condición. Un contrato de alquiler del terreno por cinco años prorrogables hasta diez y un precio básico de 35.000 euros mensuales.
El precio mínimo de la oferta del futuro comprador del negocio de caramelos será de cinco veces el EBITDA
Este abogado, experto en finanzas, ha repetido incesantemente que “la venta no será a precio de ganga” y que se abstengan todos los “subasteros profesionales”. Es decir, empresas especializadas en adquirir compañías en dificultades y darles el pase en un abrir y cerrar de ojos a otro comprador. Pura especulación. Esas que no llamen a la puerta. Por ahora más de 50 firmas han mostrado un interés serio por Fiesta. Desde fondos de capital riesgo foráneos, respaldados por algunas de las big four (KPMG, PwC, Deloitte o Ernst &Young), hasta compañías nacionales e internacionales del sector de los dulces. Al fin y al cabo casi todos se conocen, pues es un mundo muy concentrado con pocos grandes jugadores.
Como se ve hay interés en Fiesta, porque no todo es amargo. La marca tiene una penetración intensa en España, con más de 40.000 puntos de venta y, sobre todo, un dividendo sentimental y afectivo que llega a la infancia de bastantes de quienes fueron niños en los setenta y ochenta. “Los inversores saben que la compañía posee mucho recorrido”, apunta Vera. Alguien, quizá, debería explicarles a los candidatos foráneos qué representan Kojak, Fresquito, Lolipop, Piruleta o Megatorcida en la memoria dulce española. O aquellas gominolas en forma de roedor y lombrices lanzadas al rebufo de la serie de extraterrestres V. Fiesta las vendía como “comida para visitantes”.
Pero la topografía afectiva casa mal con la realidad de los números. Para buscar la viabilidad de la empresa se acometió un plan de reestructuración, el cual incluyó un expediente de regulación de empleo (ERE) que prescindió de 16 trabajadores (la mayoría del área internacional) y rebajó la plantilla a 124 personas. Todas aceptaron una bajada del 9% del complemento salarial y la pérdida del transporte colectivo. “Con estos sacrificios la compañía sigue viva, operando con normalidad y no hay ningún riesgo de cierre”, refrenda el administrador concursal, quien regatea algunos rumores en sentido contrario. “Fiesta tiene otros cincuenta años, y más, de futuro”, sostiene.
Sin embargo, lograrlo tendrá un poco de homérico. El administrador concursal ha trazado una hoja de ruta hacia la viabilidad de Caramelos Fiesta distinta a lo común. La venta se concretará a través de una aplicación en la web de Data Legal. Allí deberán presentar los compradores sus ofertas. “Es un sistema novedoso, nunca se había usado en un proceso concursal de este tipo, y ningún candidato sale favorecido porque ni siquiera nosotros podemos conocer los números que suben a la Red”, detalla Vera. “De esta forma aumenta la transparencia y la concurrencia, que es el camino para obtener el mejor precio”.
En junio un notario identificará las cinco propuestas más altas, y de entre ellos la administración decidirá un comprador
En ese momento, la empresa que fundara en España en 1965 José Ángel Mayoral Ortiz, junto al director de Ponce Candy Industries, una compañía puertorriqueña cuyo origen nos lleva a los años cuarenta del siglo pasado, sentirá una vida nueva. Sin embargo, para que sea larga y próspera la administración concursal está obligada a escoger bien a quién vende Caramelos Fiesta. “Debe ser alguien”, reflexiona Francisco Vera, “solvente desde un punto de vista financiero y que respete las principales obligaciones de la firma (contratos de la plantilla, acuerdos comerciales y de licencias y pactos financieros)”.
Un encaje de bolillos que piensan conseguir ya que —asegura la administración concursal— los “números están respondiendo”. El año pasado facturó 18,8 millones de euros. Un 4,7% menos que en 2013. Esta caída se justifica porque Fiesta decidió marcharse de algunos mercados internacionales donde perdía dinero. Pero como contrapartida mejoró su rentabilidad, esto es, su margen bruto, un 6%. Y si durante 2013 se registraron pérdidas (262.000 euros), en 2014 se transformaron en ganancias (1,2 millones de euros). Con esta contabilidad, los administradores esperan que pronto la empresa, como el París de Hemingway, sea, de verdad, una fiesta.
http://financialfood.es/default.aspx?where=3&id=1&n=19070
Caramelos Fiesta celebra su 50 aniversario
15-6-2015
La directora de Marketing de Fiesta, Cristina Melguizo, y el responsable nacional de Grandes Cuentas y Canal Moderno, Nacho de Antonio, han presentado la instauración del 11 de junio como “Día de la Dulzura” en España. De esta manera, Caramelos Fiesta, “empresa clave del sector de la confitería y sobre todo un referente” como indicaba De Antonio, quiere “dar y recibir dulzura como una cadena de favores, para agradecer el apoyo y cariño de nuestros consumidores durante estos primeros 50 años de nuestra historia” indicaba Melguizo.
Caramelos Fiesta celebra de esta manera que sus productos “más que ser parte de un reconocimiento de marca, es un sentimiento, momentos a los que nos transporta cada “chuchería” y detrás de cada uno hay una historia, que, muchas veces comparten con nosotros los clientes” afirmó Melguizo.
Para celebrar este día, habrá stands de Fiesta en varios centros comerciales de Madrid, Valencia y Barcelona “donde cambiaremos nuestro corazón por un beso” ha afirmado Cristina Melguizo.
Se repartirán miles de sus famosas piruletas a los asistentes, quienes podrán compartir el dulce momento, realizando selfies en el fotocall y participando con sus fotos en un original concurso, donde las imágenes más simpáticas podrán conseguir lotes de productos Fiesta. Los participantes pueden visitar el microsite conmemorativo de Fiesta donde visualizar todas las fotos y además descargar su nueva app que, entre muchas opciones, cuenta con Realidad Aumentada.
http://financialfood.es/default.aspx?where=3&id=1&n=19070
Caramelos Fiesta celebra de esta manera que sus productos “más que ser parte de un reconocimiento de marca, es un sentimiento, momentos a los que nos transporta cada “chuchería” y detrás de cada uno hay una historia, que, muchas veces comparten con nosotros los clientes” afirmó Melguizo.
Para celebrar este día, habrá stands de Fiesta en varios centros comerciales de Madrid, Valencia y Barcelona “donde cambiaremos nuestro corazón por un beso” ha afirmado Cristina Melguizo.
Se repartirán miles de sus famosas piruletas a los asistentes, quienes podrán compartir el dulce momento, realizando selfies en el fotocall y participando con sus fotos en un original concurso, donde las imágenes más simpáticas podrán conseguir lotes de productos Fiesta. Los participantes pueden visitar el microsite conmemorativo de Fiesta donde visualizar todas las fotos y además descargar su nueva app que, entre muchas opciones, cuenta con Realidad Aumentada.
http://financialfood.es/default.aspx?where=3&id=1&n=19070
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