AMISH EN CENTROAMÉRICA Y SUDAMÉRICA

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Familias amish llegan a Bolivia en busca de absorver menonitas
02 Julio 2016ANF y agencias
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COSTUMBRE. Los menonitas viven en comunidades en las que no se tiene acceso a la tecnología como parte de un estilo
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CRECIMIENTO

De acuerdo con una investigación del Centro de Estudios Anabaptistas y Pietistas del Elizabethtown College de Pennsylvania, los amish tienen una población de unas 308 mil personas en el mundo, registrando un crecimiento de un 18% sólo durante los últimos cinco años, según una nota periodística publicada este año en varias agencias internacionales.

Dos familias de la secta amish, un antiguo grupo cristiano originado en el siglo XVII y que rechazan usar artefactos modernos, llegaron a Bolivia para “absorber” a grupos de menonitas que se sienten aislados en el país, indica una nota publicada por el diario norteamericano York Dispatch.
Los amish viven en varias regiones de Estados Unidos, hablan un dialecto alemán y se niegan a usar artefactos de la modernidad e incluso a usar electricidad. Se transportan en carretas tiradas por caballos, por ejemplo, y usan ropas propias del siglo XVII.
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“Los dos asentamientos en Sudamérica, uno en Bolivia y otro en Argentina, fueron fundados el año pasado luego de que las antiguas comunidades menonitas en esos países se comunicaron con los amish de Norteamérica para evaluar la posibilidad de incorporarse a ellos, declaró Steven Nolt, del centro de estudios que ayudó a coordinar la investigación demográfica”, señala la nota mencionada, escrita por la agencia AP.
Según el artículo, en años recientes, los miembros de la secta menonita en Bolivia y Argentina han sufrido problemas financieros y de aislamiento social, por lo cual se contactaron con un grupo amish de Ohio. Ese grupo específico sí permite a sus miembros, como una excepción, viajar en avión, por lo que pudieron mandar a familias a Bolivia y Argentina.
Los amish y los menonitas son grupos religiosos anabaptistas, surgidos en Europa, que llegaron primero a Canadá y EEUU y luego se esparcieron a distintos lugares. Se dedican principalmente a actividades agrícolas o pecuarias.
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La nota señala que la comunidad en Bolivia, conocida como Colonia Naranjita, se encuentra a 120 kilómetros al sudoeste de la ciudad de Santa Cruz, mientras que la colonia en el noroeste de Argentina está en una zona rural al este de Catamarca.

Resultado de imagen de Argentina está en una zona rural al este de Catamarca.
De acuerdo con algunas páginas de internet, los menonitas y amish vienen de una tradición protestante conocida como anabaptista (bautizado otra vez), que comenzó en el siglo XVI.
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Además de sus raíces históricas comunes, los grupos menonitas y amish enfatizan que deberían vivir sus creencias en su día a día. Aunque estos grupos concuerdan en la doctrina básica cristiana, sus diferencias vienen en la interpretación de cómo esas prácticas deberían vivirse.
Los amish aplican con vigor medidas más separatistas sobre sus seguidores, y actualmente algunas de sus prácticas incluyen prohibiciones a recortarse la barba, el uso de ganchos en las prendas de vestir en lugar de botones (particularmente en la ropa para hombres) y el transporte en coches tirados por caballos.
Los menonitas en Bolivia
En el país, al menos 58 colonias menonitas fueron fundadas desde 1954 hasta 2011, según un reporte de La Razón.
Los menonitas viven asentados especialmente en provincias de Santa Cruz, alejados del ruido propio de la ciudad.
Las familias menonitas se dedican principalmente a la agricutura, su particular forma de vestir los hace facilmente reconocibles cuando salen a las ciudades a ofrecer algunos de sus productos.
De acuerdo con algunos reportes, las primeras colonias menonitas llegaron a Bolivia procedentes de México, Canadá, Bélize, Estados Unidos y Paraguay para dedicarse a la agricultura en los llanos orientales.
http://correodelsur.com/panorama/20160703_familias-amish-llegan-a-bolivia-en-busca-de-absorver-menonitas.html
SUCESO | 100 mujeres cristianas conservadoras han sido agredidas

Una violación masiva sacude a una comunidad menonita en Bolivia

Mujeres menonitas en un carruaje tirado por caballos. | EfeMujeres menonitas en un carruaje tirado por caballos. | Efe
  • Estas comunidades cristianas rechazan cualquier indicio de modernidad
  • Siete hombres han sido detenidos como presuntos autores de las violaciones
  • La policía investiga otras comunidades. Las agredidas pueden ser 300
La colonia menonita de Manitoba, en el este de Bolivia, no volverá a ser lo que era hasta que la tragedia que ha sacudido a la comunidad se borre de la memoria de sus habitantes: en los dos últimos años al menos un centenar de mujeres y niñas han sido violadas por jóvenes de la localidad.
La tranquilidad y la confianza mutua que caracterizan a los menonitas se convirtió en miedo y confusión hace una semana cuando se confirmaron las sospechas sobre una violación sexual masiva en esta comunidad cristiana de cerca de 2.000 habitantes.

Rechazo a la modernidad

Los menonitas son religiosos conservadores que rechazan cualquier tipo de indicio de modernidad en su vida, viajan en carretas impulsadas por caballos, sin ruedas de goma, generan la energía que usan con métodos sostenibles y tienen prohibido tener una carretera asfaltada cerca de su comunidad.
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Manitoba está situada a unos 152 kilómetros al noreste de la ciudad boliviana de Santa Cruz, en el oriente de Bolivia.

El pasado 24 de junio, siete hombres, la mayoría jóvenes, fueron detenidos de forma preventiva acusados de la presunta violación de sus propias vecinas, a las que dormían con una sustancia química que introducían por las puertas y ventanas de sus casas.
Otro menonita, de 41 años, también fue detenido acusado de “complicidad” por proveer presuntamente al resto de acusados de somníferos, que vendía por 50 dólares, e incluso pastillas Viagra y medicamentos para poner en celo a los animales.

Un acto del diablo

En los últimos tiempos, muchas niñas amanecían desnudas y notaban hechos extraños, pero no se atrevían a contárselo a sus padres, mientras que algunas mujeres atribuían los sucesos a “un acto del diablo”, por lo que pasaron dos años sin denunciar las violaciones.
“Es un hecho muy doloroso que avergüenza mucho a la comunidad”, aseguró Peter Kenelsen, que ha exigido “justicia” y espera “el apoyo del Gobierno” para sancionar a los responsables de las violaciones cometidas en su familia. “Hay miedo y la gente está reforzando la seguridad en sus casas”, declaró Johan Klassen, otro vecino que reconoce que en su casa también entraron los presuntos violadores, “malditos o guarros” como les llaman en Manitoba.
“No respetaron ni a los ministros -los líderes religiosos de la comunidad-, también violaron a sus hijas”, asegura Jonh Boldt mientras muestra las fracturas en las ventanas de su casa que causaron los presuntos violadores cuando entraron para intentar agredir sexualmente a su mujer y a sus dos hijas de 13 y 15 años.
Los acusados “no respetaron a nadie”, subrayó el fiscal encargado del caso, Freddy Pérez, al señalar que existen casos en que los detenidos violaron a sus propias hermanas, a una disminuida psíquica, a muchas niñas y adolescentes e incluso a ancianas.
Margaretta, una joven de 16 años que se sometió a un examen médico forense junto a su hermana de 14, relató que en una ocasión oyó ruidos extraños en su habitación cuando sus padres estaban en un velatorio en otra localidad y se percató de la presencia de un hombre debajo de su cama que salió corriendo.
La menor cuenta ese suceso en un “alemán bajo”, el único idioma que hablan la mayoría de las mujeres menonitas de esta localidad boliviana, sin saber si ha sido violada, pues aún no tiene los resultados de las pruebas médicas, y probablemente sin conocer las consecuencias que tendrá en su comunidad.
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Una mancha imborrable

Para muchas de las niñas y jóvenes que han sido víctimas de la violación será una mancha imborrable en su vida porque las menonitas deben llegar vírgenes al matrimonio y, según relatan en la comunidad, los chicos no querrán casarse con las afectadas.
José Antonio Ramos, el psicólogo que atiende a las menores, reconoció que además del daño moral por haber sido agredidas sexualmente, las niñas sufrirán por las “connotaciones que el suceso tiene por la religión y las costumbres conservadoras de la comunidad”.
Johan Klassen, un menonita que regenta un pequeño comercio en Manitoba, ofreció el pasado lunes su casa para las pruebas médicas y los análisis psicológicos que determinarán cuántas mujeres y niñas fueron violadas.
A su patio llegaron desde primera hora de la mañana carruajes tirados por caballos, llenos de mujeres, entre ellas muchas niñas y adolescentes, que fueron a hacerse las pruebas con sus tradicionales vestidos largos floreados, sus sombreros de paja con lazo y sus pañuelos, blancos para las solteras y negros para las casadas.
Inicialmente se ha establecido que las víctimas son cerca de cien, pero “podrían ser muchas más, hasta 300”, aseguró una fuente de la Fiscalía que extenderá sus investigaciones a otras comunidades menonitas vecinas como California, El Cerro y Milán, donde hay una población de unas 4.000 personas.
De hecho, en la colonia menonita de Riva Palacios, 45 kilómetros al sur de Santa Cruz, otro hombre fue detenido acusado de violar a 24 mujeres de su comunidad con la misma técnica usada en Manitoba, por lo que la Fiscalía considera que los hechos están relacionados.
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/07/01/internacional/1246438769.html

Los Amish: Autores de su propia realidad


Los Amish son conocidos por su manera simple y alejada de vivir del resto del mundo. Se pueden encontrar distintas comunidades en la parte este de Estados Unidos y Canadá. Muchas personas se preguntan cómo son, qué hacen y cómo viven realmente, lo cual es muy difícil de saber pues ningún externo puede ser parte de éste tipo de comunidades. Para ser Amish, tienes que nacer Amish. De la misma manera, hay algunos casos de Amish que han salido a explorar el mundo, pero una vez fuera, no se puede regresar.
Foto: Pinterest
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El día de hoy conocí a un ex integrante de éste grupo religioso en un ambiente donde generalmente no se encuentran a personas de culturas tan diferentes. Joe** creció y vivió la mayoría de su vida en Pennsylvania en una pequeña comunidad Amish. Tras tener una larga plática inicial acerca del lugar en donde creció, la separación familiar y el largo camino que lo llevó hasta aquí, decidí que era una historia que se debe de contar y una cultura inexplorada sumamente interesante.
Antes de continuar con la historia de Joe; aquí está un poco de información básica acerca de los Amish. Son un grupo religioso, el cual fue creado por Jakob Amman en 1693. A pesar de tener algunas características similares a la de los menonitas, los Amish tienen su base religiosa en el cristianismo y el anabaptismo. A pesar de que el grupo religioso se originó en suiza, los Amish se trasladaron a Pennsylvania y a Ontario alrededor de 1800. Tienen su propio idioma, una combinación entre alemán e inglés. Para convertiste oficialmente en Amish, es necesario ser bautizado entre las edades de 18 y 25, el bautizo es un requisito para poder casarse y uno solamente se puede casar con otro Amish. La religión que siguen, dicta distintas formas de vida que deben de ser obedecidas por los integrantes de la aldea o la zona en la que vivan. Uno de los valores principales de la religión involucra el estar ajeno a las actividades que se practican en las comunidades externas a las suyas. Para asegurarse que los miembros de comunidades Amish no participen en ninguna actividad de sociedades ajenas a la suya, dictan una serie de reglas,
Joe nació y vivió hasta la edad de los 18 años en una pequeña comunidad Amish al sur de Pennsylvania. El día de hoy, Joe vive en México en donde conoció a su esposa católica y trabaja en una empresa de comida internacional. Claro que para llegar al lugar en el que se encuentra ahora, tuvo que tomar la decisión de alejarse de todo lo que conocía. Para poder entender esto, llevé a cabo una breve entrevista en la que Joe explicó lo que era vivir en su comunidad Amish, las costumbres que tienen en su vida cotidiana y cómo fueron los cambios por los que tuvo que pasar para adaptarse a una nueva vida.
Foto: Pinterest
Estaba sentado en una mesa rodeado de colegas de trabajo, aparte de sus rasgos caucásicos que indican que claramente Joe no es de aquí, no hay otra señal que de la mínima pista que viene de un entorno tan diferente al nuestro. Es un señor de alrededor de 46 años, con algunas canas y piel totalmente blanca, ojos claros y una estatura de alrededor de 1.80m. Joe estaba concentrado en la plática con una mujer que parecía ser su esposa. Tras saludar a los integrantes de esa mesa, mi papá me susurró “él es el señor que era Amish”. De inmediato supe que quería saber más. La tarde siguió su curso hasta que por la hora del postre decidí que era prudente acercarme a hablar con él. Llegué a saludarlo y me recibió de manera muy amable. La plática comenzó y lentamente nos acercamos al tema al que quería llegar, sin más, Joe aceptó concederme una entrevista con la condición de que se publicara de la manera más anónima posible:
foto: Pinterest
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Laura Galván: Wow Joe, muchísimas gracias por abrirte conmigo. Vienes de un mundo totalmente diferente al que vives ahorita, y eso es sumamente interesante. ¿Te puedo hacer varias preguntas?
Joe: Si lo sé. Lulú (su esposa) me decía que soy como uno de esos integrantes de la serie TLC “Mundo Amish” (risas de los dos) Y claro, pregunta lo que quieras Laurita.
(Esto es Mundo Amish)
LG: Para empezar, cuéntame un poco acerca del estilo de vida que manejan en comunidades Amish. La verdad es que lo único que sabemos como externos es lo que vemos en televisión o documentales, pero tu como ex integrante de una comunidad obviamente sabes exactamente como son las cosas.
J: Pues, para empezar creo que debes de entender que en todas las comunidades Amish, seguimos dos conceptos religiosos que son muy importante. Uno es lo que ustedes podrían conocer como el rechazo y el otro la valoración. Rechazo en el sentido de no aceptar y ver de manera negativa actitudes humanas como la arrogancia, el orgullo y la soberbia y valoración de lo que se considera lo más importante, la humildad, calma y compostura. Por ejemplo, para mi mamá el ser humilde era el valor más importante que ella consideraba y al ser el ama de casa, toda mi infancia fue vivida de la manera más simple que te puedas imaginar, en una casa, no pequeña pero tampoco grande en la que vivíamos mis papás, mis dos hermanos, mi hermana y yo. Por supuesto que teníamos algunas comodidades como muebles, chimenea para el invierno, etc. pero nada que ver con la manera en la que vivo ahorita. Por ejemplo, en mi comunidad el tener un celular hubiera sido algo inimaginable, para emergencias (y esto es algo muy raro que pase en comunidades Amish) había uno o dos teléfonos en la oficina del doctor en caso de tener un paciente muy grave o algún otro tipo de emergencia. Fuera de eso, no había celulares, ni televisiones, cines, de hecho creo que ni siquiera había electricidad en todas las casas.
Como te podrás imaginar pues no se hacían ninguna de las actividades que veo que mis hijos por ejemplo ah, y tu también, hacen el día de hoy. Claro que de niño jugábamos y la pasábamos bien pero en mi comunidad y bueno, en general en las comunidades Amish, los roles de género están muy establecidos entonces si teníamos tiempo libre pero la mayoría del tiempo los niños ayudan a sus papás y las niñas a sus mamás en la casa. Un día cotidiano que recuerde (Joe se quedó pensando unos cinco minutos para contestarse a si mismo, finalmente…) al no existir la electricidad, muchas veces los días empezaban y terminaban con el sol. Entonces supongo que nos despertaban alrededor de las siete de la mañana. De niños todos van a la escuela, primaria y secundaria ya las personas que quieren continuar con estudios de preparatoria, deben de hacerlo en su casa, ósea todos en mi familia fuimos “homeschooled” en algún momento. Pero bueno, entonces iba a la escuela, como a las 2 era la hora de la comida y después ayudábamos (mis hermanos y yo) a mi papá. Mi papá era uno de los carpinteros del pueblo, entonces le ayudábamos en el taller por las tardes y ya como a las cinco o seis cenábamos y dormíamos como a las ocho. En fines de semana era diferente, ya que no había escuela y había misas como una o dos veces al día entonces íbamos misa y los domingos comíamos todos los del vecindario juntos.
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LG: ¿Cómo fue la decisión de alejarte de ahí? ¿Es algo que ocurra normalmente?
J: No. De hecho el que alguien se vaya es algo muy grave dentro de la cultura Amish. En mi caso particular, siempre fui un soñador de chiquito y cuando tenía 18 quise aventurarme a conocer otras partes del mundo que nos habían enseñado en la escuela. Pero el problema aquí era que una vez que te vas, te fuiste. No hay vuelta atrás en éste tipo de decisiones dentro de las comunidades Amish. Yo tomé la decisión de irme de ahí, supongo que por que nunca me sentí totalmente conforme con la vida y el estilo de vida que llevábamos pero siendo consiente que nunca podría regresar.
LG: ¿Cómo fueron tus primeras experiencias ya en el mundo “real”?
J: Pues fue algo surreal. Me sentí como si fuera un niño otra vez. Para empezar, y va a Philadelphia hay que tener en mente que iba solo, no tenía dinero ni trabajo. Entonces, se podría decir que me fui a la aventura literalmente. Todo era nuevo, y bueno creo que el impacto más grande fueron los coches. En la comunidad no había ni un solo coche. Si tenías que moverte o caminabas o ibas en carrito jalado por un caballo. Entonces ver coches, era casi 1990 entonces todas las tecnologías que había en esa entonces era nuevo para mi. Y bueno como en ese mundo aprendí que sin dinero no se puede hacer nada en la vida, lo primero que tenía que hacer era conseguir un trabajo. De alguna manera conocí a una señora que por mi vestimenta, ubicó perfecto de donde venía y así como tu, ella se interesó mucho por mi “background” y gracias a ella conseguí un trabajo en un supermercado, siendo el que acomodaba las cosas, sacaba las frutas podridas, etc. Creo que este trabajo fueron uno de los eventos que más me han marcado en la vida, nunca había visto tanta comida, tantas cajas, muchísimas cosas que quizás nadie nunca compraría pero ahí estaban. Recuerdo el pensar “wow, no puedo creer que hay 300 jitomates y tengo que tirar 190 por que no todos se venden”. Para mi era un concepto muy extraño. Me gustaba pero si me sentía muy conmocionado por la idea de que las personas necesitaban tanto. Mientras más tiempo pasé ahí me empecé a dar cuenta que no era sólo en el supermercado, también tiendas de ropa, fui a mi primer centro comercial, todo se me hacía una exageración. Esta señora, que te digo me ayudó mucho cuando recién llegué a Philadelphia, me ayudó a unirme a un curso que puede ser comparado como al de la preparatoria abierta que tienen aquí. Fue lo más difícil que he hecho. Cuando vives en una comunidad Amish, si te enseñan cosas como números y geografía, pero nada que ver con el tipo de educación globalizada que llevaban en las escuelas “normales”. Pero bueno, afortunadamente me encontré con muy buenas personas que me ayudaron y a través de mucho trabajo y como tres créditos entré a la universidad. Y bueno de ahí, pues me fue muy bien, empecé a conseguir trabajo y viví en Estados Unidos un rato, luego me fui a Europa y finalmente estoy en México ahora.
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LG: ¿De los rasgos de cultura Amish que tienes y que llevas en tu manera de ser, te gustaría enseñarle o le enseñas algo a tus hijos acerca de esa cultura?
J: Creo que es muy difícil llevar un estilo de vida como el que alguna vez llevé y bueno como el que muy probablemente sigue llevando mi familia allá. Creo que si le hemos enseñado algo a nuestros hijos es que sean humildes, que traten de olvidar la soberbia y que antes del orgullo deben de hacer el bien. Creo que eso es básico en cualquier hogar y una característica primordial en cualquier persona; si creo que esa mentalidad mía fue influenciada por el lugar donde crecí y supongo que sería eso lo más importante que aprendí de ser Amish. Fuera de eso, creo que la familia es un valor muy importante, la honestidad, ¡ah! Y también me esfuerzo mucho en transmitirle tanto a mis hijos, como a los becarios de la empresa donde trabajo que no tengan miedo de alcanzar sus sueños y que se atrevan a creer que van a lograr algo que nunca nadie ha logrado.
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Tras platicar un par de minutos más, la entrevista llegó a su fin al igual que la comida en la que nos encontrábamos. Y sin más, Joe y su esposa Lulú se fueron con sus tres hijos. Joe Creció con valores totalmente separados a los que se enfrenta y a los que se ha enfrentado desde que se alejó de su hogar, pero también es una persona que no ha dejado que esos mismos valores o limitaciones sociales que a veces nos imponen, lo detuvieran. Y eso, es algo admirable.
**Joe es un nombre falso, el verdadero colaborador prefiere mantenerse anónimo.
Los Amish: Autores de su propia realidad
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